lunes, 22 de diciembre de 2008

Last breath after coma

Se burlan de mí igualmente los nobles y los malvados
Teognis

Se termina un año que pareció durar un mes.
El contador de visitas sigue bajo; mejor así.
Quizás a César Aira le regalen un café de diez pesos en Aromi por escribir su página diaria. Sin embargo, la mayoría obtenemos mucho menos de lo que merecemos. Un café nos reportaría un superávit inconmensurable porque la crisis financiera nos chupa un huevo.
El bondi sale un peso como mucho, en caso de que no lleguemos a la cabecera. La distancia que media entre nosotros y la cabecera es insalvable si pensamos en la paradoja de Zenón y en nuestras nulas ganas de cambiar las cosas por más de que estén como el orto.
Un café sale diez pesos en Aromi. Cuando lo terminamos, se supone que nos sentimos estimulados; pero después de todo, el estímulo es primero la bronca, y después la vergüenza.
No nos merecemos ninguna de las dos emociones. No nos merecemos el estímulo y por eso no necesitamos de estimulantes. Y Aira se puede meter su café en el culo.
¿Qué nos espera el año que viene si en este nos damos cuenta de nuestra radical inutilidad? ¿Qué nos espera si ni siquiera nos contratan para mover mesas en un lugar lindo (como Aromi) porque nuestro corte de pelo, nuestra remera, nuestra actitud ni nuestro currículum nos permite acceder a tal privilegio? Y en caso de que alcancemos tan alto honor, así y todo, ¿cuantas mesas movidas vale un café?
No tenemos lo que nos merecemos por ser inútiles. Nadie considera que ser inútil sea un valor. Es triste, pero la inutilidad es nuestro mayor capital a pesar de lo que piensen los genios.
Vamos a salir mañana y nada va a cambiar mucho. Vamos a recibir la mierda de consuelo de alguna psicóloga patética para llevarnos una ilusión que se desvanece al llegar al umbral de la puerta. Vamos a escribir un cuento sobre una mujer que muere decapitada por una tabla de surf. Vamos a ir a jugar el partido de fútbol que ya previmos que íbamos a perder, pero lo vamos a jugar igual porque no se nos ocurre que otra cosa podemos hacer. Y por último, vamos a diluir lo más que podamos un sobre de jugo Tang que compramos por un peso en la farmacia para ver si nos sirve de bálsamo.
La gente que consideramos pelotuda es genial; nosotros, los pelotudos. Que somos pelotudos obstinados, nadie lo va a negar. No podemos, de todas maneras, aprender de los genios. Ni nos esforzamos tanto.
Para terminar, donde diga nosotros, léase YO. Donde siga YO, léase nosotros.
Buenas noches, hasta mañana.

domingo, 7 de diciembre de 2008

fever

En estado de sickness se da cuenta de que ningún deseo va a ser realizado. Esperar a que pase, a que se pase. Pasarse la vida esperando y sin enfermedad. Esperando la enfermedad como justificación de lo que no pasa. Sumar un mareo extra, una nueva fiebre, una fiebre ocre de gusto y olor fuertes. Intolerable para muchos, no para él. La tos pulmonar, la sudoripación de las fosas nasales, los mareos, el cansacio. A la mierda con todo eso! Que carajo le importa? Morirse apreciando la vida de los grandes artistas difuntos? Cuadriplegia mental, mutismo, matantismo plantozoide! Platazoiden burguensenberg! Go to shit!

sábado, 15 de noviembre de 2008

Ezra Pound

Imposible desligar este poema de la biografía del autor, creo yo. El último verso es discutible.

E.P. Ode Pour L'election De Son Sepulchre

For three years, out of key with his time,
He strove to resuscitate the dead art
Of poetry; to maintain "the sublime"
In the old sense. Wrong from the start--

No, hardly, but seeing he had been born
In a half savage country, out of date;
Bent resolutely on wringing lilies from the acorn;
Capaneus; trout for factitious bait;

Idmen gar toi panth, hos eni troie
Caught in the unstopped ear;
Giving the rocks small lee-way
The chopped seas held him, therefore, that year.

His true Penelope was Flaubert,
He fished by obstinate isles;
Observed the elegance of Circe's hair
Rather than the mottoes on sun-dials.

Unaffected by "the march of events,"
He passed from men's memory in l'an trentuniesme
de son eage;the case presents
No adjunct to the Muses' diadem.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

..............................................................................................

- La verdad, me jode que no me llamen por mi nombre. Me preguntan "¿cómo te llamás?" "Anita" y me dicen "bueno, Ana". Me dan ganas de preguntar si son imbéciles. O sea, yo no soy prejuiciosa con la gente, pero cada vez que me dicen "Ana" pienso que la humanidad es realmente imbécil, ¿me entendés?
- Sí, posta...a mí en la secundaria me decían chizo o chizito.
Silencio incómodo. Agregó:
- A veces, me agarraban de a varios, me ponían de coté en un banco, y... no sé cómo decirlo... me "humillaban" con la pata de una silla.
- Sos un pelotudo.
- ¿Por?
- Yo dije lo del nombre para reirnos un poco y vos me salís con un dramón.
- Lo que contabas no es gracioso...
- Bueno, pretendía serlo. Además, escuchame, recién nos conocemos, se supone que estás chamuyando y vos me contás eso...sos un pelotudo atómico.
- No sabía que estaba que estaba chamuyando. En serio. Además, en ese caso, deberías valorar que te soy sincero.

Cross

Mentiría si dijese que este posteo no tiene nada que ver con la elección de Obama.
También mantiría si dijese que lo posteo, más allá de si me gusta o no, por la elección de Obama.
Si hay alguna relación, la verdad no lo sé. Seguramente no la haya.
Tenía ganas de postear este poema. Eso es lo fundamental.

Cross

My old man's a white old man
And my old mother's black.
If ever I cursed my white old man
I take my curses back.
If ever I cursed my black old mother
And wished she were in hell,
I'm sorry for that evil wish
And now I wish her well
My old man died in a fine big house.
My ma died in a shack.
I wonder were I'm going to die,
Being neither white nor black?

Langston Hughes

domingo, 19 de octubre de 2008

Un comienzo o una despedida

estuvo bueno, sentir la libertad, sentir la gracia, y sentir el estímulo, así como la igualdad de talentos.
quizá no nos lo merecemos. Quizá nunca lo hagamos.
Siempre queda en nosotros. eso Es lo peor.
Al menos HOY a la noche.
Pero algo me llena de energía.
O al menos me da un poco.
Vos decidiste.
Me hacés decidir.
ninguno tiene una decisión tan fuerte.
Y es quizá la decisión de otro en otra circunstancia la que condicione, aliente o frene la actual.
Quizá somos más importantes para el otro de lo que creemos.
Pero vivir inspirando, cuando no tenemos inspiración...
¿Profetas de qué?
¿Para ganar guita?
y por qué no...

viernes, 17 de octubre de 2008

Cuento

Ahora terminado. Falta corregir, pero básicamente es esto.

La sociedad decantada
Al borde de una crisis de nervios empecé a trabajar para Segundo. Al borde, en el abismo, uno decide dejar las cosas como están o saltar al vacío. Soy un héroe: decidí lo segundo. Es divertido saltar sobre la cuerda floja mientras se está en la cuerda floja; entender cabalmente dónde estoy ahora me demandaría un arduo trabajo de reflexión, pero al borde del abismo la capacidad de reflexión es lo primero que se pierde; sólo actúo y describo las cosas como creo que son. Antes de perder la capacidad de reflexión, había perdido el resto. Mañana vendrá el juicio; hoy tengo que hacer méritos para ser juzgado, y una vez derrotado, condenado.
El trabajo pesado lo hacía yo. Llevaba y traía. A veces era evidente que era cocaína; a veces armas. No me importaba. Me pagan bien, y parte era en especie.
Segundo es una persona repulsiva. Sin embargo, tengo que reconocerle una función social fundamental: es el médico de los condenados. Cuando la medicina no funciona, cuando Cristo se te ríe en la cara, la gente recurre a Segundo; él te da el empujoncito necesario para que te decidas. La “sociedad” condena las reglas del abismo, pero no sabe nada de teología, absolutamente nada desde que Dios se partió en dos y le dejó a un Moisés sin fama y sin nombre las nuevas tablas de la ley. No hay lugar para tibiezas. Somos el proyecto último y definitivo de Dios quién desprendió a ciertos elegidos del yugo de las normas para llevarlos a un nivel superior de entendimiento y sentimiento.
Mi jefe fijó el centro industrial en una zona apartada de Moreno, donde los caminos no son de material, sino que están trazados por la frecuencia del tránsito; sin señalizaciones, sin recolección de basura que no sea la que gestiona Segundo. Por Dios, ese lugar puede llegar a ser encantador, a veces.

Mi último trabajo para él fue buscar un sobre a la casa de la señora Miriam. Quedaba en Coronel Díaz, una torre alta, de varios pisos. Antes de entrar tuve que hablar con el agente de seguridad privada. Me pidió el documento y me sacó una foto antes de dejarme pasar. Fue la primera vez en mi vida que me sentí un delincuente.
Miriam era una señora de unos cincuenta y cinco años. Me imaginaba que cuando era joven debía ser hermosa; en ese momento era mucho más que linda. Me dijo que llegaba del gimnasio. Tenía una remera corta que mostraba un ombligo orgulloso de estar venciendo el paso de los años. Me dio el sobre y me pidió que vuelva antes de las ocho, porque a esa hora llegaba su marido. Era la una de la tarde; no había problemas en cumplir. Me sonrió. Ahora era hermosa. Me despidió con un beso y me quedé con ganas de más. Me pareció que ella también.

El viaje en colectivo era largo y aburrido. Traté de adivinar que había en ese sobre papel madera. No eran drogas. Lo ponía a la luz, pero no podía sacar ninguna pista. No aguanté más la curiosidad, y lo abrí cuidadosamente.
Había unas fotos. Eran chicas, una más hermosa que la otra, posando, algunas desnudas, otras muy sugerentes en fotos numeradas de 1 a 15. No había datos, pero calculaba que ninguna debía superar los quince años.
Me llamó mucho la atención la chica de la foto 7. No era la más linda. Tenía unos ojos café normales que no podían competir con los de las otras chicas; uno de ellos estaba semitapado por un mechón de pelo castaño oscuro. Estaba mirando de reojo a la cámara, levantándose apenas una falda escocesa de colegio católico que sugerían unas piernas flaquísimas, muy endebles. Su actitud no era desafiante, ni sumisa. Tuve la sensación, simplemente, de que era la única que no quería estar ahí. Era tan natural, tan…mía.
Primero se me ocurrió robar la foto, después se transformó en un impulso casi irresistible. Estaban numeradas. Hubiera sido muy fácil descubrirme. Se me cruzó por la cabeza la imagen de Juan Bautista, un compañero, con la mano derecha ensangrentada, gimiendo de dolor, mientras le decían que si no paraba de gemir perdía otro dedo. Callado, apretando lo más fuerte posible su mano, las lágrimas no salían de sus ojos: explotaban en ellos. Se me escapó un llanto breve que casi me revienta las sienes, y guarde las fotos, tratando de disimular lo mejor posible que el sobre había sido abierto.

Me bajé del colectivo y a lasa pocas cuadras, empecé a arrastrar los pies por el barro, tratando de cruzar el límite de dos mundos. No me quejo. Es natural que sea un esfuerzo. Las casas se distribuían sin criterio, sin lógica aparente; los colonos habían clavado su bandera y declarado como propio este territorio casi tan virgen como la luna. No me irritaba recorrer los caminos sinuosos que esquivaban alguna propiedad caprichosamente instalada, y ver que cuando terminaba el trazado evasivo me encontraba casi en el mismo lugar que si la casa no estuviera. No, no me molestaba: sin aquellas casas me hubiera perdido. Nunca conviene perderse; mucho menos, en los lugares que se conocen. Tarde aprendí esa lección.
Segundo estaba en el sentado en el jardín de su casa; era una de esas casas que tienen el jardín adelante. Toco el timbre, seguro de que me vio, pero es necesario cumplir con el ritual.
-Lydia, atendé – gritó con su voz agrietada.
Nadie responde.
- ¡Lydia!
- Ahí voy, ahí voy.
Lydia se acercó a abrirme cansinamente. No la había visto nunca; debía ser nueva. Mejor dicho, nueva como empleada; estaba lejos de dar el aspecto de algo nuevo: el pelo parecía haber sido arrasado por un huracán y la minifalda dejaba entrever carnes muy gastadas, sobadas; de hecho, tenía marcas y moretones. Me lo imagino al viejo, con la pobre chica transformada en mujer a las trompadas, manoseándole las piernas y las nalgas con fruición, no pudiendo alcanzar nunca lo que quería de su fetiche favorito, a pesar de sus esfuerzos por manosearlas y manosearlas con mortal desesperación. Las chicas de Segundo siempre tenían la obligación de mostrar las piernas; tal vez les exigiera poco más de sus vidas.
Me abrió la puerta; se dio vuelta y volvió a la casa. Sin mediar palabra, le di el sobre a Segundo. Abrió el sobre, sacó las fotos, y miró cada una por dos o tres minutos. Después de cuarenta y cinco minutos en los que yo estuve parado frente a él con mi mejor cara de póker, me dijo:
- Decile a Miriam esto: la tres, la siete y la quince. Ahora andate.

En el colectivo yendo para lo de Miriam, le daba la vueltas al asunto, una y otra vez. ¿Por qué la siete? Las otras no me interesaban, pero la siete era algo especial, no era especialmente atractiva, ni siquiera lo poco que mostraba parecía adivinar un tesoro más importante, por lo menos, para los fines para los cuales Segundo y la depravada de Miriam la querían. No quería imaginarme a Segundo sobando sus piernas delicadas; ellas no aguantarían tanto. Era la segunda vez en el día que reflexionaba, y eso también me dio miedo; no me convenía. Pero no pude evitar seguir haciéndolo.
Me sentía condenado por el destino. Aquella María que iba a interceder por mí ante Dios posta (no el Dios que había inventado un viejo cochino y enfermo; tan enfermo, tan cochino, que casi es inmortal) para que mis pecados sean perdonados y para hacerme ascender a la gracia divina, permitirme elevarme por sobre las cabezas de esta sociedad patética y poder mirar a todos sobre el hombro y que me envidien, y que me den ofrendas los hombres y mujeres de buena voluntad; la lugarteniente de Dios iba a ser llevada a lo más bajo del submundo de los topos, donde unos con otros se chocan intentando llegar a algún lado pero permaneciendo siempre en el mismo lugar y de esa manera, se encumbraría el más devastador sacrilegio. No me quedaba más que permanecer impávido mirando cómo me quedaba sin mi María llena de gracia. Y ahí sí lloré fuerte y desesperadamente, ocultando la cabeza entre las manos para no llamar la atención de los idiotas, y no me importó si mis sienes estallaban. El fuego ya abrasaba todo en mí; hasta las cenizas se volvían a encender. Me eché la culpa de contagiarme de aquel fuego que destruía los cimientos de esta puta ciudad, de aquel puto suburbio, de aquella puta Lydia.
Para cuando llegué a lo de Miriam, ya estaba cansado de sentir. Es como si hubiesen saltado los tapones de mi cabeza. En la puerta de su casa estaba de turno otro agente de seguridad que me obligó a llevar a cabo el mismo procedimiento con foto incluida, por miedo a tener problemas. Ojalá las fotos reflejaran los verdaderos cambios que uno tiene; de esa manera, tendrían mucho más sentido. Eran las siete y cuarenta y cinco. Miriam me recibió en bata y me dio un beso sin mediar palabras. Si hubiera hecho eso a la mañana, hubieran sido muy distintas las cosas; en ese momento, fue como si me pusieran plastilina en la boca Me invitó a pasar al living y sirvió dos Jack Daniels. Me acariciaba una pierna desde la rodilla hasta la ingle.
- ¿Qué te dijo?
- Ninguna.
- ¿Cómo que ninguna?
- Ninguna es ninguna.

Estaba muy contrariada. En una fracción de segundo, su cara se contrajo como una pasa de uva. Yo por mi parte, ya sentía nauseas.
A todo esto se hizo las ocho, y llegó el marido. Yo estaba en el sillón y ella se había levantado con el whisky y estaba mirando el río por la ventana. El marido me echó una mirada furibunda, pero yo me mantuve impávido, muy tranquilo. Miriam, en cambio, temblaba como una enorme masa de gelatina. El primer golpe le rompió la nariz. Una vez en el suelo, se sucedió una seguidilla de golpes rápidos y certeros. Me quedé viendo un rato la escena; un poco por curiosidad, pero más que nada, no quería irme sin terminar el whisky; cuando me di cuenta de que ya no tenía nada que ver que no pudiera anticipar, me fui. Me alivió bastante ver cómo a Miriam se la tragaba la tierra antes que a mí. Lo consideré muy justo, a pesar de que a mí ya no me falta mucho.

martes, 14 de octubre de 2008

La sociedad decantada (borrador incompleto)

Pasamos mucho tiempo sin postear nada y creo que es injusto para nosotros. Y por sobre todas las cosas, es injusto para Google que nos cede el espacio tan generosamente y sigue cuidadosamente cada cosa que publicamos. Por tales razones, publico un segundo borrador, esta vez incompleto, del frustante cuento que publicamos hace unos meses .

La sociedad decantada

Al borde de una crisis de nervios empecé a trabajar para Segundo. Al borde, en el abismo, uno decide dejar las cosas como están o saltar al vacío. Soy un héroe: decidí lo segundo. Es divertido saltar sobre la cuerda floja mientras se está en la cuerda floja; entender cabalmente dónde estoy ahora me demandaría un arduo trabajo de reflexión; pero al borde del abismo la capacidad de reflexión es lo primero que se pierde; sólo actúo y describo las cosas como creo que son. Antes de perder la capacidad de reflexión, había perdido el resto. Mañana vendrá el juicio; hoy tengo que hacer méritos para ser juzgado, y una vez derrotado, condenado.

El trabajo pesado lo hago yo. Llevo y traigo. A veces es evidente que es cocaína; a veces armas. No me importa. La paga es buena, y parte es en especie.

Segundo es una persona repulsiva, sin embargo, tengo que reconocerle una función social fundamental: es el médico de los condenados. Cuando la medicina no funciona, cuando Cristo se te ríe en la cara, la gente recurre a Segundo; él te da el empujoncito necesario para que decidas como yo. La “sociedad” condena las reglas del abismo, pero no sabe nada de teología, absolutamente nada desde que Dios se partió en dos y le dejó a un Moisés sin fama y sin nombre las nuevas tablas de la ley: las de la sociedad decantada.

En la sociedad decantada no hay lugar para medias tintas. Acá, el amor es intensísimo, más intenso de lo que se pueda imaginar cualquier persona que no pertenezca, así como también lo es el odio, sin condicionamientos ni límites, y no se relacionan jerárquicamente. Somos el proyecto último y definitivo de Dios quién desprendió a ciertos elegidos del yugo de las normas para llevarlos a un nivel superior de entendimiento y sentimiento.

Mi jefe fijó el centro industrial en una zona apartada de Moreno, donde los caminos no son de material, sino que están trazados por la frecuencia del tránsito; sin señalizaciones, sin recolección de basura que no sea la que gestiona Segundo. Por Dios, ese lugar puede llegar a ser encantador, a veces.

Mi último trabajo para él fue buscar un sobre a la casa de la señora Miriam. Quedaba en Coronel Díaz, una torre alta, de varios pisos. Antes de entrar tuve que hablar con el agente de seguridad privada. Me pidió el documento y me sacó una foto antes de dejarme pasar. Fue la primera vez en mi vida que me sentí un delincuente.

Miriam era una señora de unos cincuenta y cinco años. Me imaginaba que cuando era joven debía ser hermosa; en ese momento era mucho más que linda. Me dijo que llegaba del gimnasio. Tenía una remera corta que mostraba un ombligo orgulloso de estar venciendo el paso de los años. Me dio el sobre y me pidió que vuelva antes de las ocho, porque a esa hora llegaba su marido. Era la una de la tarde; no había problemas en cumplir. Me sonrió. Ahora era hermosa. Me despidió con un beso y me quedé con ganas de más. Me pareció que ella también.

El viaje en colectivo era largo y aburrido. Traté de adivinar que había en ese sobre papel madera. No eran drogas. Lo ponía a la luz, pero no podía sacar ninguna pista. No aguanté más la curiosidad, y lo abrí cuidadosamente.

Había unas fotos. Eran chicas, una más hermosa que la otra, posando, algunas desnudas, otras muy sugerentes en fotos numeradas de 1 a 15. No había datos, pero calculaba que ninguna debía superar los quince años.

Me llamó mucho la atención la chica de la foto 7. No era la más linda. Tenía unos ojos café normales que no podían competir con los de las otras chicas; uno de ellos estaba semitapado por un mechón de pelo castaño oscuro. Estaba mirando de reojo a la cámara, levantándose apenas una falda escocesa de colegio católico que sugerían unas piernas flaquísimas, muy endebles. Su actitud no era desafiante, ni sumisa. Tuve la sensación, simplemente, de que era la única que no quería estar ahí. Era tan natural, tan…mía.

Primero se me ocurrió robar la foto, después se transformó en un impulso casi irresistible. Estaban numeradas. Hubiera sido muy fácil descubrirme. Se me cruzó por la cabeza la imagen de Juan Bautista, un compañero, con la mano derecha ensangrentada, gimiendo de dolor, mientras le decían que si no paraba de gemir perdía otro dedo. Callado, apretando lo más fuerte posible su mano, las lágrimas no salían de sus ojos: explotaban en ellos. Se me escapó un llanto breve que casi me revienta las sienes, y guarde las fotos, tratando de disimular lo mejor posible que el sobre había sido abierto.

Me bajé del colectivo y a lasa pocas cuadras, empecé a arrastrar los pies por el barro, tratando de cruzar el límite de dos mundos. No me quejo. Es natural que sea un esfuerzo. Las casas se distribuían sin criterio, sin lógica aparente; los colonos habían clavado su bandera y declarado como propio este territorio casi tan virgen como la luna. No me irritaba recorrer los caminos sinuosos que esquivaban alguna propiedad caprichosamente instalada, y ver que cuando terminaba el trazado evasivo me encontraba casi en el mismo lugar que si la casa no estuviera. No, no me molestaba: sin aquellas casas me hubiera perdido. Nunca conviene perderse; mucho menos, en los lugares que se conocen. Tarde aprendí esa lección.

Segundo estaba en el sentado en el jardín de su casa; era una de esas casas que tienen el jardín adelante. Toco el timbre, seguro de que me vio, pero es necesario cumplir con el ritual.

-Lydia, atendé – gritó con su voz agrietada.

Nadie responde.

- ¡Lydia!

- Ahí voy, ahí voy.

Lydia se acercó a abrirme cansinamente. No la había visto nunca; debía ser nueva. Mejor dicho, nueva como empleada; estaba lejos de dar el aspecto de algo nuevo: el pelo parecía haber sido arrasado por un huracán y la minifalda dejaba entrever carnes muy gastadas, sobadas; de hecho, tenía marcas y moretones. Me lo imagino al viejo, con la pobre chica transformada en mujer a las trompadas, manoseándole las piernas y las nalgas con fruición, no pudiendo alcanzar nunca lo que quería de su fetiche favorito, a pesar de sus esfuerzos por manosearlas y manosearlas con mortal desesperación. Las chicas de Segundo siempre tenían la obligación de mostrar las piernas; tal vez les exigiera poco más de sus vidas.

Me abrió la puerta; se dio vuelta y volvió a la casa. Sin mediar palabra, le di el sobre a Segundo. Abrió el sobre, sacó las fotos, y miró cada una por dos o tres minutos. Después de cuarenta y cinco minutos en los que yo estuve parado frente a él con mi mejor cara de póker, me dijo:

- Decile a Miriam esto: la tres, la siete y la quince. Ahora andate.

En el colectivo yendo para lo de Miriam, le daba la vueltas al asunto, una y otra vez. ¿Por qué la siete? Las otras no me interesaban, pero la siete era algo especial, no era especialmente atractiva, ni siquiera lo poco que mostraba parecía adivinar un tesoro más importante, por lo menos, para los fines para los cuales Segundo y la depravada de Miriam la querían. Me sentía condenado por el destino. Aquella María que iba a interceder por mí ante Dios posta (no el Dios que había inventado un viejo cochino y enfermo; tan enfermo, tan cochino, que casi es inmortal) para que mis pecados sean perdonados y para hacerme ascender a la gracia divina, permitirme elevarme por sobre las cabezas de esta sociedad patética y poder mirar a todos sobre el hombro y que me envidien, y que me den ofrendas los hombres y mujeres de buena voluntad; la lugarteniente de Dios iba a ser llevada a lo más bajo del submundo de los topos, donde unos con otros se chocan intentando llegar a algún lado pero permaneciendo siempre en el mismo lugar y de esa manera se encumbraría el más devastador sacrilegio. No me quedaba más que permanecer impávido mirando cómo me quedaba sin mi María llena de gracia. Y ahí sí lloré fuerte y desesperadamente, ocultando la cabeza entre las manos para no llamar la atención de los idiotas, y no me importó si mis sienes estallaban. El fuego ya abrasaba todo en mí; hasta las cenizas se volvían a encender. Me eché la culpa de contagiarme de aquel fuego que destruía los cimientos de esta puta ciudad, de aquel puto suburbio, de aquella puta Lydia. Ya me sentía cansado de sentir.


domingo, 28 de septiembre de 2008

Intervalo doloroso - Fernando Pessoa

Tudo me cansa, mesmo o que me não cansa. A minha alegria é tão dolorosa como a minha dor.
Quem me dera ser uma criança pondo barcos de papel num tanque de quinta, com um dossel rústico de entrelaçamentos de parreira pondo xadrezes de luz e sombra verde nos reflexos sombrios da pouca água.
Entre mim e a vida há um vidro ténue. Por mais nitidamente que eu veja e compreenda a vida, eu não lhe posso tocar.
Raciocinar a minha tristeza? Para quê, se o raciocínio é um esforço? E quem é triste não pode esforçar-se.
Nem mesmo abdico daqueles gestos banais da vida de que eu tanto quereria abdicar. Abdicar é um esforço, e eu não possuo o de alma com que esforçar-me.
Quantas vezes me punge o não ser o manobrante daquele carro, o cocheiro daquele trem! qualquer banal Outro suposto cuja vida, por não ser minha, deliciosamente se me penetra de eu querê-la e se me penetra até de alheia!
Eu não teria o horror à vida como a uma Coisa. A noção da vida como um todo não me esmagaria os ombros do pensamento.
Os meus sonhos são um refúgio estúpido, como um guarda-chuva contra um raio.
Sou tão inerte, tão pobrezinho, tão falho de gestos e de actos.
Por mais que por mim me embrenhe, todos os atalhos do meu sonho vão dar a clareiras de angústia.
Mesmo eu, o que sonha tanto, tenho intervalos em que o sonho me foge, então as coisas aparecem-me nítidas. Esvai-se a névoa de que me cerco. E todas as arestas visíveis ferem a carne da minha alma. Todas as durezas olhadas me magoam o conhecê-las durezas. Todos os pesos visíveis de objectos me pesam por a alma dentro.
A minha vida é como se me batessem com ela.

Traducción que encontré por ahí:

Todo me cansa, hasta lo que no me cansa. Mi alegría es tan dolorosa como mi dolor.
Quien me diera ser un niño poniendo barcos de papel en un estanque de la quinta, con un dosel rústico de redes de parral poniendo ajedreces de luz y sombra verde en los reflejos sombrios de la poco agua.
Entre yo y la vida hay un vidrio tenue. Por más nitidamente que yo vea y comprenda la vida, yo no la puedo tocar.
¿Razonar mi tristeza? ¿Para qué si el raciocinio es un esfuerzo? Y quien está triste no puede esforzarse.
Ni siequiera abdico de aquellos gestos banales de la vida de los que yo tanto querría abdicar. Abdicar es un esfuerzo, y yo no poseo el alma con que esforzarme.
¿Cuántas veces me aflige no ser el accionador de aquel coche, el conductor de aquel tren! ¡Cualquier banal Otro supuesto cuya vida, po rno ser mía, deliciosamente me penetra para que yo la quiera y se me finge ajena!
Yo no tendría el horror a la vida como una Cosa. La noción de la vida como un Todo no me aplastaría los hombros del pensamiento.
Mis sueños son un refugio estúpido, como un paraguas contra un rayo.
Soy tan inerte, tan falto de gestos y de actos.
Por más que por mí me interne, todos los atajos de mi sueño van a dar a claridades de angustia.
Incluso yo, el que sueña tanto, tengo intervalos en los que el sueño me huye. Entonces las cosas me parecen nítidas. Se desvanece la neblina en la que me cerco. Y todas las aristas visibles hieren la carne de mi alma. Todas las durezas miradas me duele saberlas durezas. Todos los pesos visibles de onjetos me pesan por dentro del alma.
La vida es como si me golpeasen con ella.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Supervivencia

Highlander se murió cuando la gente dejó de verlo. Nosotros no, somos autosuficientes, generamos nuestra propia energía con la combustión tenue de un cerebro con un uso desviado e inmoral.

(Highlander, ¿era inmoral?, ¿era inmortal?. No importa Highlander.)

Ya van a haber noticias. Y si no, pueden ver crónica...vernos en crónica, quiero decir.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Actor / receptor : el pacto puesto en crisis. Una lectura de Instrucciones para ser John Howell.

No hay que olvidar el principio, la primera oración. Un teatro es un pacto con el absurdo, su ejercicio eficaz y lujoso.

La trama se va desarrollando alrededor de una intriga. El posible asesinato de Eva. Hay una característica de esta historia que convierte un suceso tan común como ése en algo extraordinario. Por un lado, la duda de si realmente ocurre este asesinato o si es ficción. Por ende, está la doble interpretación de la realidad, las dos dimensiones, donde ninguna es mas importante que la otra. La realidad del teatro está en juego y la realidad cotidiana, en la que la muerte es definitoria, es un escenario de lo que ocurre. Sin embargo, esto es casi algo lúdico, donde se puede considerar igual de válidas ambas realidades, llegando a quitarle importancia a la muerte. Y por ende, siendo éste un cuento que se está leyendo, hay una dimensión que el lector acepta no ver, para meterse dentro de un marco que lo ayude a entretenerse, pero que una vez identificada, atrae sobre si un nuevo margen de misterio. El Perseguidor perseguido. Por ende, enumeremos lo básico que ocurre en esta historia. Uno, el personaje Rice está en el teatro, viendo una obra, y el primer acto le parece mediocre. Hasta ahí viene normal, con una linealidad en todo sentido, una historia en construcción, ninguna intriga planteada, es hasta un relato inocente. La situación se complica cuando pasa lo siguiente- Aparece un hombre que lo invita a pasar detrás de los bastidores. Que ocurre, para alguien que tiene cierta malicia en la observacion, ya se observa la violencia apareciendo en la insistencia del hombre para que Rice lo siga. La tercera situación, transcurre en el camerino, y ahí tiene lugar la sorpresa por parte de ambos, de Rice y del lector, al ver que se proponen los hombres que lo llevaron ahí. Rice esta totalmente atónito e indignado. De repente lo están forzando a actuar de John Howell, el personaje en el que se convertira el resto de la función. Un hombre engañado que conoce la traición de su mujer, pero sigue el juego de ella y de Michael, su amante. Y el público lector, aliado de Rice, empieza a desprenderse de este cariño que no lo abandonará, para tratar de hacer fuerza y que Rice actúe realmente como John Howell, para generar un entretenimiento mayor, y para ver como se desenvuelve. Disfrazado y casi empujado a la fuerza, ocurre un deslindamiento de la acción y la palabra, cuando le aseguran que tiene libertad y que nadie lo obliga a nada, amenazándolo con el cuerpo y llevándolo a escena. Otra cosa curiosa de este acto, es el hecho de que cuando el amenaza con gritar y armar un escándalo, ellos no le creen. Le aseguran que saben que él no haría algo tan poco elegante, y él termina aceptándolo.

Empieza así el segundo acto de la obra, lo que sería la cuarta situación que nos compete en este análisis. Ocurren un par de eventos bastante curiosos, casi imperceptibles. El primero, es la lenta mutación de Rice hacia John Howell. Empezando dispuesto a desenmascarar la farsa frente al público, es retenido por la nostalgia y tristeza de Eva, y mediante gestos automáticos, como prender un cigarrillo, entra pasivamente en el personaje que le está destinado. Y de repente, en una sociedad en la que está más instaurada la institución de los amantes que la del matrimonio, surge en este cuento una historia de amor que se retoma desde más adelante que de costumbre. Ya no es más la mujer y el amante contra el marido, sino que es el matrimonio contra la hegemonía del amante. Y de la unión de éstos renace un amor y una ternura que trasciende cualquier tipo de pasión infundada y se convierte en un vínculo especial y secreto (no dejes que me maten). Cuando Eva dice esa frase, Rice/John Howell, queda inmediatamente atrapado en sus garras, ya no es uno, ya no actúa por él solo, sino que se tiene que hacer cargo de los dos. Y para salvarla, tiene que entrar en el juego, tiene que aceptar el código vigente y ser más audaz que el resto. Cuenta con la ventaja de parecer el más inepto de todos, por ende, intentar que eso sea una efectiva subestimación a su favor. Los hechos concretos de esta escena son Rice entrando a escena, Eva sentándolo a su lado y hablándole de varias cosas, mencionando a Michael en algún momento, y la secuencia del cigarrillo. En cuanto tiene una oportunidad le pide que no deje que la maten, y entran en escena la dama de rojo, un anciano y Michael mismo. Entre todos van metiendo a Rice dentro de una historia ya hecha, jugando con su pasividad y obligándolo a responder ciertas cosas.

En el quinto movimiento de esta sonata, hay dos cosas remarcables y una tercera anécdota entre graciosa y totalmente constructiva para lo que sucederá a continuación. Lo primero es el hecho de que cuando baja el telón, Rice puede ver a los actores saliendo de sus personajes. Está presente en algo completamente nuevo para él, que es la farsa completa que es el teatro. Cómo cada uno termina siendo una persona agotada y cuanta mentira ejercía en su oficio. El único que no cambia al bajar el telón es él mismo. Tan intrínseca es la relación entre John Howell y Rice que sigue siendo él en todo momento. Salvo cuando en esta mezcla se van cambiando la presencia de los ingredientes, y de repente en el resultado John Howell/Rice que no se baja de ningún escalón imaginario cuando sale de escena empieza a imperar una crudeza contemplativa y fría. Rice entiende perfectamente la construcción de la trama y puede controlar la ficción que sigue con maestría en su cerebro. Ya está tranquilo, ya no es más el inocente espectador que se encontrara frente al público sin decidirse a cómo actuar. Y ahora, encima, está un poco entonado y concentrado en lo que sucede. La libertad que le otorgaron, más bien en los detalles, se convierte suficiente espacio para el juego que desplegará. Curiosamente, cuando la escena terminó, la única que siguió consternada, fue Eva, que lo siguió con la mirada mientras se la llevaban detrás de escena.

Lo que ocurre a continuación, en el siguiente movimiento, el sexto, de esta ópera sin música, es el desarrollo de lo construido hasta el acto anterior. Rice sale a escena, en completo control de la situación, y domina en un cruce de palabras agudo una situación que empieza a escapársele de las manos a los actores. La trama empieza a tomar un tinte irónico, y la llegada de Eva con la dama de rojo solo sirve para poner más condimento a la situación. Desde las patas, el hombre alto enfurecido le hace señas a Rice para que se encauce en la trama, pero éste lo ignora con placer mientras pone en jaque al viejo que llega con su chofer, llevándose a Eva a un rincón. Esto es importante, porque Eva aprovecha para suplicarle que no la abandone. Pero Rice ya está en una situación de control total, hasta se podría decir que es un personaje más. No ayuda a Eva porque se sensibiliza, como al principio, sino que ahora sigue su personaje que ³tiene que ayudar a Eva³. Los personajes tiene salidas geniales de juegos de palabras pero no lo afectan a Rice, que es el único real.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Un margen para la aventura.

Hay un escenario. Hay unos actores. Una oportunidad para ser John Howell.
Podés mirar la obra tranquilo y juzgarla; pero un gesto decidido del director hacia una puerta lateral puede cambiar tu experiencia radicalmente. ¿Por qué te eligieron a vos?
Hay un margen para el azar.
Y ni siquiera es necesario que vos seas John Howell por la calidad proteica de cualquier personaje de ficción. Pero te eligieron a vos y no te quedó opción. Otro actor va a tomar tu lugar en la ficción si te echan a patadas del escenario, ¿pero vas a poder escapar de ser John Howell?
Tu esposa (o la actriz con ese papel) te dicta una misión, en plena función; sus palabras no las comparte con el púbico, y te decís a vos mismo: "puta, ¡hace cinco minutos yo era el público!" Todavía no entendés nada.
No dejes que me maten. Esto se pone heavy.
Y te resuenan en la cabeza esas palabras, alternándose con las del director: "usted no es un actor. Usted es Howell."
Sí, por primera vez no estás al margen de los acontecimientos.
Entonces, cabe preguntarse si la responsabilidad queda o no al margen, considerando que te fue dada una misión.

Hay un escenario, y los actores son muy hábiles. De todos modos, si te lo proponés, podés dejar a esos actores balbuceando incoherencias y poner la obra... ¿En peligro? ¡Pero si el público aplaude a rabiar! Pero sí, está en peligro. ¿Será porque sos Howell? No, es porque la aventura tiene un límite espacial y temporal y todas tus acciones deben ser configuradas por quién con un gesto decido indicando una puerta lateral, te metió en el centro de la escena.
Lo único ficticio en esta obra es la libertad. Lo real (quizás sea un poco aventurada esta palabra) es la libertad para hacer lo que debés hacer. La moral kantiana se encargará entonces de llevar a tu aventura al final más trágico, que tal vez no sea la muerte, sino el no saber que estás en una aventura, o peor aun, dudar de si es verdaderamente (otra palabra fea) tuya la aventura que estás viviendo.

¿Sos John Howell o un usurpador? Qué sé yo; lo único que sé es que estás metido en una aventura. Y estás hasta las tetas.

viernes, 22 de agosto de 2008

Música de terror

Me gusta Misfits. Antes me avergonzaba decirlo, pero ahora pienso como las viejas: ¿qué le hace una mancha más al tigre? Me gusta su estética estilo cine clase b, fingiendo una pose intimidante y agresiva pero siempre bordeando la hilaridad: cuatro tipos enormes, musculosos, con la cara pintada en blanco y negro simulando estar recién llegados del más alla que suenan raro tirando a feo y con letras violentísimas (violencia generada a veces por un "yo" totalmente desquiciado o por fuerzas sobrenaturales).
El cine de terror es omniprescente: lugares comunes del género (como por ejemplo "die, die my darling") atraviesan la mayoría de sus letras. Son los émulos musicales del cine de terror clase b y para serlo, se valen del Punk, deliberadamente desafinan y suenan horrible con la distorsión de guitarras menos amigable al oído imaginable; el objeto estético pretende ser desagradable como lo es frankestein o algún monstruo del espacio, sin dejar de ser, claro está, un objeto estético.
Bueno, dejo una canción con consejos de Danzig para sus papis porque veníamos muy blandengues en el área y había que echar un poco de ácido clorhídrico a la ensalada(no es muy rerpresentativa de lo que dije hasta acá pero es la que se me antojó en este instante).


Discover Danzig!

martes, 19 de agosto de 2008

Uma questão de objetivo.



Jogadores de futebol no Brasil, dirigentes técnicos e até a própria imprensa não têm qualquer instrução teórica sobre futebol. A coisa deveria começar assim: Os técnicos antes de começar os treinamentos reunirem os jogadores no meio de campo e apontando para uma das traves indagar: - O quê é aquilo? Os jogadores provavelmente responderão: - É o gol! E o técnico indagaria: - Considerando que a palavra gol é o aportuguesamente da palavra GOAL em inglês, o que significa essa palavra? Certamente haveria um silêncio. E como vocês querem jogar bola se não sabem o significado da palavra GOAL? A ignorância do significado de GOAL é que costuma anular o propalado talento brasileiro para o futebol com o costumeiro medo de chutar em gol. Quando os jogadores descobrirem (como sabem os dos times estrangeiros) que GOAL significa OBJETIVO todos nas primeiras oportunidades que surgirem chutarão ao gol. Como fazem os Negerianos!!! Remember: - The book is on the table... Kkkkk!

José Claudio Bruno, comentando en Lance! la noticia de la derrota de Brasil contra Argentina.

viernes, 15 de agosto de 2008

Va a estar bueno Buenos Aires

Hasta hace unos pocos años, desde el balcón de mi cuarto, podía mirar a la calle a pesar de estar orientado hacia el pulmón de manzana. Ahora hay unos cuantos edificios que me lo impiden. No es una calle especial ni mucho menos menos, pero tiene un par de árboles tristes que es mucho más que un gran paredón triste. Es evidente que los legisladores del código de planificación urbana no repararon en mí. Eso me molesta mucho.
El vecino del último piso no tiene de ese problema, además de contar con el monopolio de una parte considerable de la terraza, con espacio suficiente para poner una pelopincho y un par de reposeras. A veces pienso que estaría bueno vivir en el último piso, pero me consuela pensar que el día que bombardeen a Buenos Aires o invadan la ciudad un grupo de paracaidistas de Marte, él va a estar un poco más nervioso que yo.
Ojalá el gran slogan gubernamental se cumpla, y venga Macri a casa y que, empapándose de la problemática, decida podar edificios, y construir tristes altos árboles para mi satisfacción; de esa manera, y sólo de esa manera, no recibiré con agrado al "enemigo" invasor.

viernes, 8 de agosto de 2008

Manual para desesperar correctamente

Hay dos regímenes de desesperación: la desesperación lenta, la resignación activa ("Te amo, como es preciso amar, en la desesperación") y la desesperación violenta: un día, después de no sé qué incidente, me encierro en mi habitación y rompo en sollozos: me lleva una ola poderosa, asfixiado de dolor; todo mi cuerpo se resiste y se revuelve: veo, como en un relámpago claro y frío, la destrucción a la que estoy condenado. Ninguna relación con la humillación insidiosa y en suma civilizada de los amores difíciles; ninguna relación con el pasmo del sujeto abandonado: no me autocompadezco. Es puro como una catástrofe: "¡Estoy perdido!"


Barthes, Roland, 2006. Fragmentos de un discurso amoroso, Buenos Aires: Siglo XXI editores.

domingo, 3 de agosto de 2008

(...)

¡Qué va a ser de vos, Roque! Tu mente sigue funcionando como un scrabble, ¡y te tocaron unas cuantas doble v! Pero siempre encontrás una ligazón, ¡nada envidiable es tu talento!
¿Cuándo vas a tomarte las cosas en serio?
¿Cuándo vas a dejar de jugar? Homo ludens, perezoso...
¿Viste que leí? Leí que viste... estuve revisando tus notas; ¿para cuándo mi nombre? Ah, cierto, no vale nombres propios; ¿ no pensaste que lo que viste puede no ser verdad? ¿Cuántos vieron señales inciertas en rostros cariñosos? Vos también las viste y son inciertas, te lo juro, te lo juro YO.
Nada más incierto que un rostro cariñoso, ¿qué pensabas? ¿ acaso que la cortesía es cariño? Por favor, Roque, ¡dejáme en paz, imbécil! Fui educada bajo una estrella cruel y mi mano es de fuego; no quieras provocarme. Y agradecé que no estoy enojada, al menos, todavía...
Otra cosa: dejá de escribirme mails de látex, sí, huelen a látex, de esos látex que guardan en su bolsillo tus amigas de Palermo; bien trucho, bien vos.
¡Qué va a ser de vos! Te daría muerte y no tendría culpa... pero todavía no estoy enojada. Si querés mi mano de fuego la vas a encontrar, ¡me encanta cocinar! Perezoso, infantil...

Y así. Así cada noche. El día llega como un bálsamo traidor y Roque busca nuevas estrategias, nuevas palabras cada vez más complicadas que dan pie a jugadas maestras de su rival, a palabras simples y efectivas, palabras de mate. Sigue buscando hasta que le quema la garganta, y a veces un poco más. En cierta medida tiene la culpa de haber nacido en el siglo descartable y buscar la trascendencia.

¡Roque! Te deseché, perezoso, ¡de decimonónico sólo tenés el nombre! Rezumás siglo descartable, rezumás látex, ¡escuchá a tus amigos! Agradecéme, porque no estoy enojada. Me olvidaba: pasáme a buscar mañana para ir a la fiesta, ¿dale?; y por favor, no te olvides el scrabble.

sábado, 19 de julio de 2008

No nos mirás a la cara

Sólo los animales lo perciben.
La inasibilidad es regla. Es humo. Es desesperación. Un millón de instántaneas corrientes eléctricas en mielina gastada. Tal vez edesur, pero no.
Un torrente de electricidad en crisis ¿Para qué represas? Si Teognis ya lo dijo todo; pero no lo percibió. Seguro que no.
Renovar la mielina gastada...Teognis sabía que era inútil; pero le faltó algo: el salto que sólo se da mediante un fuerte impulso eléctrico cuando no queda retenido en las rodillas y tiemblan y se apoyan en el suelo y descargan; cuando desesperan. Se apoyan, se hacen tierra y polvo y se acercan los gusanos; los que entienden.
Renovar una esponja es cosa de una hora de espera en un supermercado. ¿Y la electricidad la viste? Teognis estuvo cerca de verla; pero hizo la cola y compró una esponja.
Sólo los animales lo perciben. Pero no consuelan.

viernes, 18 de julio de 2008

CocoRosie - Terrible Angels

If every angel's terrible
Then why do you welcome them
If every angel's terrible
Then why do you welcome them
If every angel's terrible
Then why do you welcome them
You provide the bird bath
I provide the skin
And bathing in the moonlight
I'm to tremble like a kitten
If blue eyed babes
Raised as hitler's little brides and sons
They got angelic tendencies
Like some boys tend to act like queens
Oh if every angel's terrible
Then why do you watch her sleep
You love to hear her sing
And wear purple eyes like rings
Well the flowers have no scent
And the child's been miscarried
Oh every angel's terrible
Said freud and rilke all the same
Rimbaud never paid them no mind
But jimmi morrison had his elevators
His elevators
He had his elevator angels
If every angel's terrible
Why do you hide inside her
Like a child in a skirt
The supermarket's loud and bright
And boy don't she feel warm tonight
Boy don't she feel warm tonight
Boy don't she feel warm tonight
If every angel's terrible...


Discover CocoRosie!

lunes, 14 de julio de 2008

se murió algo

Una parte de Thomas hawk promete no postear más.
Incluir a los que excluyen a uno no tiene mucho sentido. La idea era absolutamente inclusiva; eso no es de este mundo. Ningún sentido, entonces. Sólo queda en pie el orgullo. Y no lo voy a rifar.
Fue bueno mientras duró; aunque espero que lo sigan.
Saludos.

domingo, 13 de julio de 2008

Nos mudamos

Por razones de fuerza mayor, cambiaremos de dirección. Además, esa fue la idea desde su génesis.
Es una buena oportunidad para pensar un nombre más corto y fácil de recordar.
Promesas:
- Esto sigue. Mientras pueden aparecer posteos aquí, incluso antes de cambiar de nombre.
- Todos los posteos, comentarios, etc. se mantienen tal cual como hasta ahora; lo único que cambiará es la dirección de acceso.
Después vemos cómo discutimos el nombre.
Sepan disculpar.

jueves, 10 de julio de 2008

haceme a diario

Ella sale de su trabajo. Suena oasis. Se saca el delantal de camarera. Se saca el palito del pelo y se lo suelta. Se acomoda la pollera, sacudiéndose unas miguitas. Pasa un tipo en moto de delivery. Le grita “Eh, rubia, te quiero comer todos los pliegos de la concha”.
Ella lo mira y le hace fuck you. Mientras da un paso más, la moto hace mucho ruido pero no avanza rápido. Levanta una rama del piso se la tira al tipo. No le pega, pero le cae cerca. El semáforo se pone en rojo y el gil del scooter acelera, pasa y esquiva a un 24 a último momento. Ella se queda murmurando puteadas, y para en un quiosco. Se pide un pebete y se sienta en una mesita afuera. El quiosco tiene unos bancos y una especie de barra ocasional, en la que está sentado un flaco. El sol está pegando bajito y anaranjado, pero con un resto de tres horas mínimo. No hay angustia. No hay nieve, por más que sea 9 de julio. Él se toma un trago de la cerveza que tiene en la mano, y se acerca a ella.
-Necesito ayuda con algo
Ella lo mira y no responde. Todavía se acuerda del pendejo de delivery y piensa que todos los boludos decidieron salir un feriado a romperle las bolas.
-Te estoy interrumpiendo la merienda, disculpá. Te pido unas opiniones y te dejo en paz.
Ella lo mira medio de costado. Justo empieza a sonar Oasis en la radio del quiosco. Ella sonríe. Él ve que sonríe y argumenta.
-Sos una nostálgica de los noventa, está bien. La información es poder. Ahora yo sé que te gusta el brit pop. Vos todavía no sabés nada de mí. Yo tengo el poder de los datos en este momento.
-Y yo tengo el poder de no seguirte la charla.
-Sí, es cierto, ese era mi temor. Pero entraste en el código. Ya me seguiste, entonces estás jugando al mismo juego. Ya está todo aclarado para que te pregunte mis dudas. No importa que yo no sea tan lindo como el actor que me va a interpretar.
Ella lo mira, suspira y mira para otro lado.
-Necesito entretener a una chica.
Ella ni lo mira, pone cara de densitud y sigue en la suya.
-Me estás haciendo el vacío, con lo que me costó sacarte una palabra.
-No me jodas más, pervertidito, Andá a tomar una birra tranquilo.
-Bien, se me hace difícil, no puedo llevarte mucho más lejos en este momento. Sólo atraer tu atención. Tengo un personaje de mujer que dice que su vida es aburrida. No sé si entendés lo que significa eso. Casi la vida de todos es aburrida, todos tienen cierto miedo a ver que no están caminando hacia ningún lugar. Algunas vacaciones. Entonces, el protagonista, que soy yo, se decide a laburar para entretenerla.
-¿Vos sos el protagonista de esta historia? ¿Qué, estás escribiendo los problemas con tu novia?
-No, no me entendés. Yo no estoy escribiendo nada. Yo soy el protagonista. El que escribe esto se hará cargo de sus problemas. Yo simplemente vivo su idea, y ahora tengo que resolverlo. Pero no se me ocurren cosas ciertas. Se me ocurrió ir a patinar sobre hielo...
-Es una cagada patinar sobre hielo. A mi no me copa.
-No, a ella tampoco, por eso estoy buscando otra cosa. No quiero caer en la de la reserva ecológica.
-No, es cualquiera, es la típica de hacerse el loco. Yo iba ahí cuando tenía 17.
-En realidad yo no nunca fui, pero tengo ganas de hacer algo más tranquilo. Bah, tranquilo a nivel social, que no tengo carga de que estamos haciendo lo que hacemos. Aunque sea ir a tirar petardos a la República de los Niños.
-No me gustan los petardos. ¿Por qué no te tomás una pepa y te vas para el río?
-No creas que no la pensé, pero no tengo ganas de que estemos en cualquiera. Quiero que sea algo totalmente insidioso en su vida, que se meta en sus martes por la tarde de una forma tajante. A ella le gusta lo estético, lo vulnerable a la vista. Había pensado hacer un stencil.
-¿Pero querés hacer algo que la divierta por siempre?
-No entiendo, ¿cómo por siempre?
-No, no sé qué pretendés con ella. Si querés cambiarle la vida, si querés hacerla pasar una experiencia inolvidable... o si nada más te la querés coger.
-No es tan polarizado. Por esos razonamientos estas charlas están en su mayoría condenadas al fracaso. Quiero cogérmela, obvio. Pero va por otro lado. No busco la experiencia que destape sus sentidos. Soy un obrero de su instinto. Día a día, semana a semana quiero ir agregando las rutinas rotas que construyan el trampolín del que se quiere tirar. Y creo que eso eventualmente va a mejorar el sexo. Es lógico. Bah, esperable. Deseable. No sé si me explico. Si empezamos a compartir esas rupturas... Pero hablo como un académico de algo mucho más simple. ¿Cómo logro que este personaje salga por un par de horas de su vida y se cague de risa un rato conmigo? ¿Se te ocurre algo?
-La del stencil es buena. Tiene la emoción clandestina, tiene el hecho artístico. Es la expresión por la expresión. Y vos serías el motor de eso...
-Claro, yo simplemente tengo que funcionar en este contexto que me escribieron, yo soy el que tiene que entrentenerla.
-Llevarla al cine es muy banal...
-Ahí va, va por ese lado. Estaría muy bien ir al cine, pero tiene que tener algo de espectacular. Hay algo de escapar a lo burgués de alguna forma sutil y humilde.


(continuará)

miércoles, 9 de julio de 2008

El rey de los topos

Otra vez las hormigas recorren mis venas
la masa aérea no quiere entrar, no,
sólo hormigas,
solo otra vez.

¡Callate! Te lo ordeno.
Callate, y mirá (si podés)
sin pestañar: el aire
no deja de titubear.

Siempre lo mismo.
¡Callate! Haceme el favor.
Sólo mirá (si querés)
la radiación que no mengua
al tumor invasor.

Chocando,
titubeando,
un torrente de hormigas no me permiten
tal vez, -actuar-.

Un líder sano, circulando por el canal y
chocando con otro líder sano,
tal vez no vea, un segundo,
un intermitente semáforo
en rojo.

Otra vez; sí, claro
otra vez
la miseria desgarra las arterias de
un animal que celebra una
sagrada y sangrienta hecatombe
en la que sacrifica, con pasión,
a sus mejores amigos.

Callate, mirá (si es sano)
los capilares grises; allí es donde
quedó el aire más puro.
Mientras las hormigas mecánicas,
recorren las venas,
y acopian pequeños cetros de yeso,
y saludan a los camaradas,
que gobiernan sus propios canales subterráneos.

Otra vez, lo mismo va estar,
para cuando lo puedas
(o quieras) mirar.

domingo, 6 de julio de 2008

frustración

Lo intenté y lo intenté, y fracasé. Me someto al castigo del publico.

Paseo por el purgatorio

- ¿Estamos en Flores?

- Sí.

- ¿Falta mucho para el cementerio?

- No, muy poco.

- ¿Unas veinte cuadras?

- Sí, algo así. En cinco o diez minutos estás ahí.

- Gracias

- Por nada.

Me bajo del colectivo ni bien termino de responderle a la señora desorientada sentada al lado mío y voy a mi casa. Venía de Barrio Norte, de recibir de una señora un sobre para mi jefe, Compay (así le digo yo por su manera de vestirse y porque Compay Segundo era la única persona que conocía que fumaba puros. Claro que no nunca lo llamo así delante de él; nunca me dijo su nombre ni me animé a preguntárselo). En casa agarré otro sobre con la plata que había recaudado en sus negocios y un mp3, para amenizar el viaje hacia Merlo.

En el colectivo me empezó a picar la curiosidad (pecado mortal para Compay). Decido abrir el sobre que me dio la señora. Veo que tiene fotos numeradas de chicas; calculo que de entre doce y catorce años; chicas en bikini y posando. Son muy lindas; qué mala suerte.

Nadie es tan reservado porque sí, pero a mí qué me importa. No tengo nada que ver, soy solo un mensajero, como el arcángel Gabriel. Tal vez les esté haciendo un favor a las chicas, vaya uno a saber. Compay es tan generoso como desagradable.

El tipo vive totalmente apartado de la civilización y para llegar tengo que caminar un montón, hasta donde ya no hay más calles asfaltadas y las casas se presentan en una sucesión discontinua. Lo veo de lejos: está en el patio delantero de su casa, sentado en una silla de plástico berreta, vestido con una camisa blanca casi transparente, un pantalón de vestir raído, sombrero panameño y pantuflas. Está fumando un puro trucho de estación de servicio. No es ni afro, ni cubano, ni músico y mucho menos estrella; un viejo falso, disfrazado caribeño que salió a pasear por Merlo, lejos, hasta donde ya no habían ni calles ni casas, que se perdió y no tuvo más remedio que quedarse donde estaba y levantar una casa triste y marcar un camino que lo una al resto de la ciudad en la medida que pudiese y quisiese. Ah, presuntamente es proxeneta, me olvidaba, pero de todos modos eso es un detalle más.

Toco el timbre. No me mira.

- ¡Nena, abrile al pibe!

De atrás, de la casa, sale una mujer de unos cincuenta años, supongo que más o menos quince años menor que Compay, cansada y de mal humor; me abre la puerta y no me responde el saludo. Vuelve a la casa. La “secretaria”, pienso y casi me río. Secretaria, sí, no tengo dudas de que esa es su función. Me acerco al viejo, tímidamente.

- A ver, dame la guita.

Cuenta los billetes y separa doscientos para mí.

- Pasame el sobre que te dio Miriam.

Mira las fotos, detenidamente.

- Decile lo siguiente: la tres, la siete y la catorce ¿Te vas a acordar o te lo anoto?

Asiento con la cabeza.

- Si no te acordás la vas a pasar a mal, pelotudo. Andate, dale.

Me devuelve el sobre con las fotos (no debería haberlo sabido, como lo lamento). No se puede despedir nunca sin una amenaza, el viejo forro este. Me encantaría verlo muerto y bailar sobre su tumba. Cómo lo lamento, ¡pero cómo!

Tengo un largo camino a Barrio Norte. Pienso y pienso, “el ángel del señor le anunció a María”, todos necesitamos plata, estoy hasta las pelotas de sus amenazas, ¿la secretaria que pito toca? (además del de Compay y de ser secretaria) (chasqueo el índice y el pulgar derecho al lado de mi oreja para no perder el hilo), los ángeles nunca transmiten mensajes cómodos.

Empiezo a escuchar el mp3 y no pienso más.

Por fin llego a la casa de Miriam. Me recibe en la puerta del edificio.

- ¿Qué te dijo? –me preguntó antes de terminar de recibir el sobre.

- Ninguna. Que sigas buscando.

- ¿Eso te dijo?

- Sí

Último viaje: Flores. Unas señoras hablan de la juventud de hoy. Son profesoras de secundario que se quejan de la insolencia de los alumnos, la falta de autoridad, de la necesidad de la disciplina, de los fracasados a los que estaban educando y ambas coinciden en que con esos chicos el país no tiene futuro. Una le comenta a la otra que había encontrado a una pareja de alumnos haciendo el amor en la escalera, mientras la otra niega con la cabeza. Qué barbaridad. Tienen un olor a cigarrillo que mata, y eso que estoy sentado un poco lejos. Es una pena que sean las únicas voces que escucho en el colectivo; necesito una distracción, no quiero pensar, y esas señoras me aburren, ¡Ah, mi Mp3! ¡Ha llegado la hora en que por fin cumpla su misión y me salve! Apoyo la cabeza en la ventana y sigo mirando a las señoras moviendo los labios y gesticulando hasta que cierro los ojos.

“De alto cedro voy para Marcané

Llego a Cueto y voy para Mayarín

El cariño que te tengo

Yo no lo puedo negar

Se me sale la babita

Yo no lo puedo evitar…”

(Estoy atado a una cama, desnudo, con una extremidad atada a cada punta. Hay dos chicas, una a cada lado de la cama, vestidas con jumper; cada una con un rosario en el cuello. Se ríen tapándose la boca. La que está a mi derecha, saca un bisturí y me hace un pequeño corte en el brazo. Estalla en una carcajada y contagia a su amiga. Me hace luego cortes en todo el cuerpo. Se divierten mucho. “Ahora lo marinaaamos bieeeen” dice la de la izquierda, y me rocía con limón y después me echa sal. Se ríen más, dan saltitos, no se pueden contener; yo quiero gritar, gritar hasta el cielo, pero no me salen las palabras.)

- Flaco, ¿vos no te bajás siempre en Flores?

- Sí.

- Te pasaste.

jueves, 12 de junio de 2008

Bailando en Teherán


Cada vez que veo el programa de Tinelli, veo con mejores ojos la instauración de un régimen teocrático islámico. Con Ayatollah, velos y toda la parafernalia. Porque lo merecemos; porque se está transformando en algo altamente deseable.
La chica de la foto es unos ojos (para nosotros, claro). Nos basta. El resto, ni pensamos en imaginarlo. Unos ojos asustados y hermosos, de un color al que no estamos habituados a ver en estas latitudes. A este misterio no lo desvelaremos: no sabemos si está casada (si lo está, su casamiento no fue transmitido por televisión; alabado sea Alá), que hace a las 9:47 de la mañana...podríamos pensar que sufre los rigores del régimen, pero acaso acá, en el mundo occidental, ¿como tratamos a las mujeres?Sufren los rigores de un tirano mass media (la punta del iceberg) y sus romeros, sus cómplices, sus idiotas acuerdan ese estado de cosas en misa, 5 veces por semana (un dios demandante, ¿no?).
Es unos ojos, un rostro, y contemplamos la belleza. No podemos pedir más.
Gracias a Alá nació en oriente. En Argentina tal vez estaría ahora bailando en el más ominoso programa, con polleras cortas, un imbécil le cortaría la pollera y ya está, no hay misterio, no hay belleza, hay plástico, sabemos todo, y una vez que sabemos todo no nos interesa indagar más .¿Alguien irá a buscar a Wanda Nara dentro de 20 años? ¿A alguien le va a interesar en 20 años? ¿A alguien le interesa ahora? Ojalá Wanda Nara fuese unos ojos. Ojalá no escuche nunca más decir "yo vendo" a una de esas chicas de la tele, porque, pensándolo bien, ¿como se puede denigrar a la mujer más que cosificándola? ¿Como puede alguien denigrarse más que cosificándose en los mass media, dando su cuerpo para que lo coman centenares de miles de chacales gratis en la tele, y que después esa persona se considere feliz con los granos de maíz que le tira el inescrupuloso domador en este circo asqueroso?

Ayatollah, yo te voto. Si no ganamos tomamos todo por la fuerza. "Por la sugestión contra la grasada" es nuestro lema. No nos van a votar pero no importa porque vamos a tomar una retribución de todo esto: a la hiena líder de un séquito de corderos, le vamos cortar la cabeza; vamos a tomarnos su sangre extasiados por la sensación de que estamos obteniendo al menos una reparación. Las cosas van a ser libres de su demoníaco líder; el Gran Profeta nos sonreirá; nos vamos a tragar su pestilente sangre para redimir a la humanidad (todo gran héroe sufre en el logro de su hazaña). Nos van a mirar como si fueramos locos, pacatos; no, nada de eso. Por recuperar lo que es nuestro y de ellas; los que nos pertenece por respirar y caminar; ¡Alabado sea Alá! Van a entender entonces que es por protección, para que ningún cuervo nos saque los hermosos ojos, los más lindos, los que valen sólo por ser ojos.

martes, 3 de junio de 2008

una alegría para un idiota

La tele depurada de todo contenido interesante, de cualquier entretenimiento sano, de programas que no den vergüenza ajena, nos sigue siendo todavía útil. La peli de Sandra Bullock haciendo de policía y modelo en simultáneo no será una joya del séptimo arte (¿sabían que salió con un recio dos de Boca?¡ Lo vi en el programa de Fantino! Eso fue hace dos años, antes de que fuera fagocitado por sofovich que ahora está lo suficientemente rancio gracias a los clichés que lo mantienen en el centro de la escena; esa ranciedad disuade de la antropofagia al genio-popstar de turno y nadie lo fagocitará ya y los clichés, que nos inmunizaron de la peligrosa novedad y de la perniciosa originalidad, sobrevivirán con él un buen tiempo más) pero sin embargo, la vemos con alegría pueril (nuestra y de ella) pateando bandidos, ganando un prestigioso concurso de belleza para luego salvar a las potenciales miss universo (unos psicópatas habían puesto una bomba en el salón donde se desarrollaba el concurso; la heroína no es sólo linda y ama a sus enemigas; a esas enemigas, a los psicópatas no, ya sería demasiado amor y, además, como público siempre exigimos que alguien pague los platos rotos y nadie se lo merece más que esos rufianes) cuya muerte hubiera sido una tragedia de proporciones homéricas (como si se muriese Helena, y Afrodita tuviese la cara hinchada de tanto llorarla y perdiese en parte su belleza y entonces no hubiese habido razón para mantener un guerra tan romántica e interesante, una guerra donde participaron las diosas del amor y la sabiduría y no las de la usura y la codicia) porque no era un mercado de Little Mexico, no eran latinas (condición sine qua non para el concurso en la vida real, tal vez no para la integración racial que plantea hollywood inescrupulosamente haciendo salma hayek de princesa sueca, pero todos sabemos de qué va) y en relación con esto hay una vieja lección de ghost que sostiene que los latinos son malos porque son malos, no son malos que planean maldadades porque no les da la cabeza, si no que son malos por su instinto animal y resentimiento y envidia y naturaleza salvaje los obliga.
Pero Sandra Bullock está bien. Y nos dio una alegría.

sábado, 31 de mayo de 2008

arriba la maltraducción


si a fin de cuentas, no te están pagando
de hecho, nunca te pagan; y cuando te pagan, te malpagan, te roban
encima tardan, y quieren que digas algo
entonces uno tiene que creer que bientraduce en función de lo que
puede llegar a entender otro
que te malpaga y te presiona
y encima tarda
y te hace sentir mal,
porque tenés ganas de traducir,
hay un mensaje, y vos no estás
muy seguro de si tu acción es difusoria o simplemente estás
releyendo a tu manera
y estás expresando lo que vos sentís
en un blog que sólo vos y tus facetas esquizo leen,
y nadie te mete presión, y te viene con un juicio
valorativo, te edita, te condena, te multa por plagio,
y sin embargo, a vos te surgió un día salir de gorro, no despegarte el cigarrillo del labio
y mirar a todo el mundo sin hablarle.
Y quién mierda te puede decir que estás maltraduciendo ahí,
si a fin de cuentas, nosotros, tus facetas escindidas del blog,
te leemos y te entendemos directamente
y escribimos sobre vos,
en lo que temería llamar una maltraducción a su vez
gastando plata al pedo, juntando papelitos de putas en la calle
por si alguna vez maltraducimos nuestras ganas, y nos vamos a malcoger,
entonces uno se acuerda del tipo que quizo un día
escribir la canción de leyenda urbana (maltraducido, claro)
y pensamos en el trabajo, en que estamos durmiendo mucho
en todas las decisiones que hay que tomar solo para poder
estar de a muchos
y vienen los hijos de puta, a veces somos nosotros,
y nos cargan de sus imaginarios sociales sobre lo que es bien y lo que es mal
y qué querés que te diga

maltraductores s.a.
me sabe bien

Yon Güein

viernes, 30 de mayo de 2008

Viento Norte

Tenía ganas de maltraducir una canción de legiao urbana; a este ritmo, voy a terminar maltraduciendo todas. De paso sirve para ver si se puede escuchar la canción.
Quería agregar que en los próximos días (si Dios quiere y cosas más mundanas concuerdan con Dios en su voluntad) voy a escribir un cuento, el cual, si sale más o menos decente, será presentado en un concurso. Por eso más que nunca, les pido que hagan observaciones, críticas, viles ataques a nuestra demacrada autoestima y todo lo que sea pertinente en pos de lograr algo presentable.

Casi sin querer

Estuve distraido
impaciente, indeciso.
Y todavía estoy confundido,
Y eso que ahora es diferente:
Estoy tan tranquilo y tan contento.

¿Cuántas oportunidades
Desperdicié cuando lo que más quería
Era probarle a todo el mundo
Que no necesitaba
Probarle nada a nadie?

Me hice mil pedazos
Para que vos los juntes
Y quería siempre encontrar
Una explicación para lo que yo sentía.
Como un ángel caído
Fue cuestión de olvidar
Que mentirse a uno mismo
Es siempre la peor mentira.

Pero no soy más
Tan niño a punto de saber
Todo.

Ya no me preocupo
Si no sé por qué
A veces lo que veo
Casi nadie lo ve.

Y yo sé que vos sabés
Casi sin querer
Que veo lo mismo que vos.

Tan correcto y tan bonito:
El infinito es realmente
Uno de los Dioses más lindos.
Sé que a veces uso
Palabras repetidas
Pero, ¿Cuales son las palabras
Que nunca son dichas?

Me dijeron que vos estabas llorando
Y fue entonces cuando me di cuenta
De lo mucho que te quiero.

Ya no me preocupo
Si no sé por qué
A veces lo que veo
Casi nadie lo ve.

Y yo sé que vos sabés
Casi sin querer
Que quiero lo mismo que vos.

jueves, 22 de mayo de 2008

Montparnasse

There are never any suicides in the quarter among people
one knows
No succesful suicides.
A Chinese boy kills himself and is dead.
(they continue to place his mail in the letter rack
at the Dome)
A Norwegian boy kills himself and is dead.
(no one knows where the other Norwegian boy has gone)
They find a model dead
alone in bed and very dead.
(it made almost unbearable trouble for the concierge)
Sweet oil, the white of eggs, mustard and water, soap suds
and stomach pumps rescue the people one knows.
Every afternoon the people one knows can be found at
the cafe.

Ernest Hemingway, Paris, 1922

martes, 20 de mayo de 2008

no título (no titulo)

gira gira gira
y ya ni como

me siento y te escucho hablar
me siento y te leo

está bien,
hay un punto en el que el balance es una mierda

me puedo fumar un porro,
pero me dan ganas de estar alerta

y poder agarrarte de las bolas
y seguir adelante

marcando el ritmo

claro
y llega el momento

en el que uno se desarma
y sangra, como frenkel

veo el polvo que cubre mi casa de mierda
y casi que tengo compasión por las cucarachas

y me prometo terminar mi vida
para poder empezarla en serio

entonces qué me venís a hablar de merca
si no me entendés cuando te hablo de la mediocridad

agradezco
no tener el cerebro iluminado

aunque me da bronca escuchar ruidos
y ver manchitas a los costados

y saber que fue tanta mierda que me metí
y en la que me metí

vamos, si un hola no alcanza
te voy a arrancar los pelos del ombligo de un mordisco

Ano Nimio
(Un Mes Sin Elvis Sado)

lunes, 19 de mayo de 2008

draft

Hace unos años, me reía de un (viejo) profesor de secundaria, que con la cara agrietada y surcada por vivencias más que por el paso del tiempo, nos comentaba en una voz monocorde y apenas perceptible, que no había nada más triste y terrible que un amor no correspondido; lo comentaba mirando a un ladrillo de la pared del fondo del aula, manteniendo una íntima comunión con la materia inerte, celebrando un pacto de complicidad de caballeros con ella, aquello que no había logrado y que seguramente no lograría con los animales.
Ya no me río.
Un amor no correspondido en una novela naturalista española, perdida en extensas y soporíferas descripciones de paisajes ajenos, a chicos de 17 años (posmodernos) les podía parecer algo alejado, y las causas amorosas irremediablemente perdidas se podían pilotear con una dosis de orgulloso cinismo; hasta que los efectos de la droga pegan mal años después y se degrada en patético cinismo, en pactos de sangre con la cama, con la radio, o con un ladrillo al azar en la hostil pared un lacerante (centro educativo).
Uno se cansa.
El profesor se tranforma en un oráculo siniestro; el compañero Pessoa nos parece cada día más cuerdo a medida que crecemos y el (cactus), más simpático.
Llego el momento de desertar heroicamente, de secarse y causar antipatía; de ver los amores inexactos como un teorema de Gauss.
Desobedecer al oráculo es imposible, pero no tenemos alternativa.

Si pudiera cogerme a arturo

No me quise bañar antes de ponerme a escribir. Soy ruin. Si Rimbaud se sentó a la belleza en sus piernas, yo ayer me senté a la ruindad. Estuve inmerso en la degradación voluntaria. Y cara. Las piernas y la piel colgando. La posibilidad de ser una persona. El amor no correspondido. No te quiero, sos algo vacío. Sos una realidad. Sos una situación que me desagrada. Sos la marca de agua en la parte de atrás de esta sociedad que se va a la mierda. El sello que garantiza que vayas donde vayas no cambia nada. Que Rimbaud se garchó negros en Argelia. Que la situación es extrema en todas las partes del espectro. Convencimiento y dolor. Hay que convertirse y sufrir. El olor surge entre las ropas sugiriendo escenas invisibles. Situaciones en negativo. La calamidad y yo. Necesitar no ser virtuoso. Ser objeto de una emanación seminal. Inventar un poco de correspondencia virtual con uno mismo. Y mientras avanzo en la grasa del día, mientras pierdo mis últimas 12:48, me desvirtúo para siempre. No puedo volver atrás. No por una situación en particular. Ya soy miembro de la desgracia y la degeneración. Soy parte del mundo oscuro para siempre. Todo lo que hago es en función de eso. Mi participación en los ritos satánicos no me define más, porque mi identidad es eso, y empiezo a definir al rito en sí. No necesito a ninguna característica conexa al círculo de vicios para ser un vicioso. Las musas que me persiguen tienen pocos dientes y el culo flojo. Y sus besos son vacíos, y su inspiración es podrida, y mi dios creativo no es un borracho que baila. Mi eje no es la complementación antitética. Mi régimen de vida se paraliza constantemente ante una deidad drogada que representa a la virtud. Un icono empañado. Conrad transitó esta senda o le tuvo miedo. Ya no hay vuelta atrás. El YA es un YA de antaño. Nada me sorprende. Nada me obliga a sentarme a escribir. Nada salvo el olor a ruindad. Nada salvo la ausencia de conciencia. No juguemos con el límite perverso de nuestra carisma. Sigamos en esta senda. Algo de ello hay. O es un cambio. Un cambio que implica riesgos. Y eso lo vuelve virtuoso, no sus características de viciado.
La ruindad se vuelve un modo de vida, y surge la beatitud entre las tinieblas que se forman. La sonrisa envuelta en un marco de futuro pasado y presente licencioso. Nunca hubo mayor sinceridad que saberse dueño del momento, que abrazar a la traición irracionalmente y acelerar contra un acantilado de enfermedad que me lleva hacia la locura. Cómo habría de enojarme si soy la causa primera de la desidia.
Ano Nimio

jueves, 15 de mayo de 2008

É Sangue mesmo, nao é mertiolate

Panfletos sobre Buenos Aires. La gran furia del mundo. Picadas en 9 de Julio, picadas en Reconquista. De cajón en un bar del Microcentro. De cajón a Chacarita. Amortajado, voy al cabarulo, donde hay minas y minas y minas no tan minas. What would you say if I take you home and eat your pussy? Até pode ser. Sin vueltas, al grano, sin cortejar, sin lindas mentiras, sin actuaciones: el paraíso. La gente que elogia tu sinceridad es la misma que castiga duramente ser sincero en ciertas oportunidades. “Tacto y mentir sinceramente”, dicen.

Picadas con ferraris en Florida. Todos esperando la gran novedad, pensando que sería muy emocionante un accidente de verdad, violento, con sangre y vidrios rotos como sucede en todo buen accidente de noticiero de televisión. El "corazón" del mundo ya no tiene lugar ni para mí ni para vos; tampoco los autos, inflados, inflables como el arroz. Un panfleto cae en mis manos: “Compre barato en Puerto Madero. Pertenezca al jet set por una módica suma. ¿Qué pensarán sus padres? ¿Qué pensarán sus compañeros de secundaria que lo hostigaron? Vénguese. Acepte nuestra generosa oferta. Por una módica suma...”

Guardo el panfleto en mi bolsillo. Me doblo y empiezo a vomitar; estoy frente a la UCA. Tanto comer basura que la indigestión era inevitable. Un cura habla con un guardia. Perdón, un monseñor. Me señala. Yo vomito más, vomito sangre y pus; todo por culpa, por gran culpa, de un médico hipócrita que no logró salvarme. Llega el guardia y me tira un lacónico “retirate”.Yo siento que me estoy muriendo pero saco mi carnet universitario, donde se detallan las cuotas que pagué. El guardia lo mira y se lo da al monseñor que lo guarda bajo la sotana. No me puedo mover. Me da una patada en las costillas. El monseñor mira. Saca un Jack Daniels de debajo de su sotana. Es tan emocionante ver su porte mayestático que me pongo a llorar de gozo; así lo interpretamos todos y no hay dos verdades. El guardia me saca de los pelos hasta las vías del tranvía. Sólo faltaba que me salgan un par de hermosas alas y puudiese irme volando lejos, a un huerto cerrado; herméticamente cerrado. Me arrastro como puedo hasta Azopardo y Belgrano. Entro a un bar. Un whisky. Sin hielo. Brindo por el monseñor. “A la mayor gloria de Dios y de sus servidores” y me lo tomo de un trago. Necesito un hospital. Necesito cianuro. Me arde la garganta. Me arde el esófago. Esta ciudad está llena de mónadas. El tipo de la mesa de al lado se derrumba. Tal vez esté muerto. Me importa un carajo. Alcohol en las heridas, o mucho mejor, limón y sal. Y que el Monseñor me guarde.

Vendo muerte. Te aseguro que vas a salir en televisión. ¿Querés bailar en el caño? El hincha de Tigre murió, vaya paradoja, en Mataderos. No soy de la generación de leer libros. Gran Hermano, necesito ver a mi familia. Gracias, Gran Hermano, gracias.

Untitled

Infocampo a las nueve de la noche en canal trece. El lomo está más barato que nunca, aproveche. Carne al por mayor, gran excitación. La revista de infocampo sale como pan caliente. ¿Quién lo hubiera pensado? Al fin el argentino se preocupa por el campo. Estos gauchos no tienen sombrero ni boleadoras; van en zunga. Las chinas caminan en bikini y descalzas por el campo con escarcha. La doma cambió este año: el león acepta cinco pesos y hace lo que quieras; el tigre, cuatro pesos. Los tenés de animales domésticos y juegan con el gato. Je m’ennui. Me voy al cine.

Scarlett Johanson y Woody Allen. Once con cincuenta, diversión garantizada. La peli es una mierda. Woody Allen da pena. Ni siquiera Scarlett Johanson es tan linda. Me doy un saque y la peli mejora. Scarlett está buenísima. Woody es un genio. Me doy otro saque. Hasta me parece que estoy en un gran día.

Salgo del cine. Me pongo un saco que no es el mío; no me acuerdo si tenía saco; yo no lo robé. Voy al rey de la bondiola y me compro un choripán y miro al río. Seguramente hay allí sirenas, nadando entre la mierda. Las sirenas respetan los canales de navegación y saludan a los prácticos. Hay tantas sirenas que está a cinco pesos el kilo en todas las pescaderías. Tritón sale diez pesos, así que se come solo en ocasiones especiales. En semana santa el precio de Tritón es de veinticinco pesos. El tridente se vende en una armería de Congreso. Ya no hay héroes, ni dioses.

Rezaría por Tritón, pero el diezmo está más caro que nunca. La inflación hace estragos. Por la plata del diezmo me compro a Tritón entero y lo hago sushi. Jesucristo es la opción porque él es de los pobres. Hay una imagen de Jesús cantando Heavy Metal en la nueva iglesia con onda y de moda. En otra está cantando cumbia en Fantástico. Jesús es joven y copado, es tu amigo, tomá su dulce y piadosa mano y acompañalo en un recital cantando Highway to Hell. Las hostias mejoraron: ahora son pastillas y vos las elegís a gusto. La Iglesia es la casa de Jesús y también la casa del cura; eso aprendí en las didácticas clases de religión que tomo a diario. Comparten todo, se turnan para cocinar.Viven en la pobreza hasta el domingo, cuando van Macri, Teté Coustarot y Sandra Russo y pagan el diezmo. Eso alcanza para unos meses y hasta para cambiar las cuerdas de la guitarra y del bajo. Un mendigo duerme en un banco. Jesucristo lo echa a patadas. Las visitas ilustres suspiran aliaviadas. El mendigo se limpia la saliva de la comisura de los labios y se va sin protestar. La Iglesia va a cerrar. “La próxima vez pagá el diezmo, ratón” me grita el cura. Es sin dudas un tipo copado, habla como yo. Le prometo que así lo haré. Me siento en la puerta, me doy un saque y estoy ahora en el paraíso.

Algunos ideas para el suicida

A continuación, una serie de ideas para quién quiera lograr un suicidio exitoso:
- Tomar una adecuada dimensión de las cosas: para sobrellevar una vida con la menor cantidad de sobresaltos posibles, tendemos a minimizar los hechos. Hay que ponerse en la posición de tercero observador, una posición de "espejo" y hacer dialogar a ese "yo" desdoblado con el "yo original", por así decirlo. Es una buena manera de tomar una buena y clara perspectiva de la situación.
- Observar los hechos frustantes en todos sus aspectos, detalladamente, consignando sus efectos en el pasado y su proyección al futuro. Esta tarea suele opacar los hechos venturosos, cuando los hay.
- No pensar en que en el futuro va a mejorar la situación; más vale, sucederá todo lo contrario: se agravará; a veces tan solo por el mero hecho del paso del tiempo, otras, por no haber tomado la suficiente dimensión de ciertos hechos proyectados al futuro. Para comprobar este hecho, poner "mojones" convencionales en el tiempo (yo a los 25, yo a los 30, a los 35...etc.) y comparar las situaciones.
- Revisar las realciones con otras personas: pensar cada detalle de las conversaciones y observar la constante tendencia egoísta de los conocidos. Haciendo un análisis exhaustivo, se puede encontrar una fuerte hipocresía (casi a nivel de palabra por palabra) y un desinterés importante, que dan ganas de estar en una isla desierta o en la luna. Eso es imposible pero hay otra posibilidad, claro.
-Por último, como coda, crear un blog que no lo lee nadie, que no le importa a nadie, y que ningún amigo convocado a participar acepte, utilizando evasivas y excusas, pero sabiendo que no acepta para no mancillar su buen nombre ni su reputación, siquiera al nivel del anónimato total....entonces corrijo: no mancillar el buen nombre y la reputación de su seudónimo favorito.
Sin más, se despide,

Paulo Coelho

jueves, 24 de abril de 2008

Dandy

La avenida Pueyrredón, a las 17 un día de semana, está atestada de gente. Espontaneamente los peatones se organizan en carriles según en qué dirección circulan. Adelante mío en el carril que se dirgía en dirección Once-Santa Fe iba un tipo alto, delgadísimo, de traje y sombrero. Iba con la frente alta, nunca miraba a los costados y caminaba con paso decido, seguro y ligero, sin mirar para los costados. Parecía bastante arrogante, por cierto.
En un momento pisa en falso, seguramente traicionado por su andar avasallante.
Pisó mierda. Pero no un poco, sino abundante y fresca; una de esas pisadasdemierda que te hacen patinar, por lo general. Por lo general, digo, porque el no resbaló ni un poco. Dejé de caminar impresionado por la magnitud del desastre. El tipo no; siguió con el mismo paso decidido, sin importarle o sin darse cuenta de lo sucedido.
Nos reímos. Somos unos estúpidos.

martes, 22 de abril de 2008

Radio Brasil

Pondría todas las canciones de Legiao Urbana. Tal vez un día lo haga; hoy no.

Vinte e Nove
Renato Russo



Perdi vinte em vinte e nove amizades
Por conta de uma pedra em minhas mãos
Embriaguei morrendo vinte e nove vezes
Estou aprendendo a viver sem você
Já que você não me quer mais
passei vinte e nove meses num navio
E vinte e nove dias na prisão
E aos vinte e nove com o retorno de saturno
Decidi começar a viver
Quando você deixou de me amar
Aprendi a perdoar e a pedir perdão
E vinte e nove anjos nos saudaram
E tive vinte e nove amigos outra vez

viernes, 18 de abril de 2008

Decadentismo

Non sum qualis eram bonae sub regno Cynarae

Last night, ah, yesternight, betwixt her lips and mine
There fell thy shadow, Cynara! thy breath was shed
Upon my soul between the kisses and the wine;
And I was desolate and sick of an old passion,
Yea, I was desolate and bowed my head:
I have been faithful to thee, Cynara! in my fashion.

All night upon mine heart I felt her warm heart beat,
Night-long within mine arms in love and sleep she lay;
Surely the kisses of her bought red mouth were sweet;
But I was desolate and sick of an old passion,
When I awoke and found the dawn was gray:
I have been faithful to thee, Cynara! in my fashion.

I have forgot much, Cynara! gone with the wind,
Flung roses, roses riotously with the throng,
Dancing, to put thy pale, lost lilies out of mind;
But I was desolate and sick of an old passion,
Yea, all the time, because the dance was long:
I have been faithful to thee, Cynara! in my fashion.

I cried for madder music and for stronger wine,
But when the feast is finished and the lamps expire,
Then falls thy shadow, Cynara! the night is thine;
And I am desolate and sick of an old passion,
Yea, hungry for the lips of my desire:
I have been faithful to thee Cynara! in my fashion.

Ernest Dowson