jueves, 12 de junio de 2008

Bailando en Teherán


Cada vez que veo el programa de Tinelli, veo con mejores ojos la instauración de un régimen teocrático islámico. Con Ayatollah, velos y toda la parafernalia. Porque lo merecemos; porque se está transformando en algo altamente deseable.
La chica de la foto es unos ojos (para nosotros, claro). Nos basta. El resto, ni pensamos en imaginarlo. Unos ojos asustados y hermosos, de un color al que no estamos habituados a ver en estas latitudes. A este misterio no lo desvelaremos: no sabemos si está casada (si lo está, su casamiento no fue transmitido por televisión; alabado sea Alá), que hace a las 9:47 de la mañana...podríamos pensar que sufre los rigores del régimen, pero acaso acá, en el mundo occidental, ¿como tratamos a las mujeres?Sufren los rigores de un tirano mass media (la punta del iceberg) y sus romeros, sus cómplices, sus idiotas acuerdan ese estado de cosas en misa, 5 veces por semana (un dios demandante, ¿no?).
Es unos ojos, un rostro, y contemplamos la belleza. No podemos pedir más.
Gracias a Alá nació en oriente. En Argentina tal vez estaría ahora bailando en el más ominoso programa, con polleras cortas, un imbécil le cortaría la pollera y ya está, no hay misterio, no hay belleza, hay plástico, sabemos todo, y una vez que sabemos todo no nos interesa indagar más .¿Alguien irá a buscar a Wanda Nara dentro de 20 años? ¿A alguien le va a interesar en 20 años? ¿A alguien le interesa ahora? Ojalá Wanda Nara fuese unos ojos. Ojalá no escuche nunca más decir "yo vendo" a una de esas chicas de la tele, porque, pensándolo bien, ¿como se puede denigrar a la mujer más que cosificándola? ¿Como puede alguien denigrarse más que cosificándose en los mass media, dando su cuerpo para que lo coman centenares de miles de chacales gratis en la tele, y que después esa persona se considere feliz con los granos de maíz que le tira el inescrupuloso domador en este circo asqueroso?

Ayatollah, yo te voto. Si no ganamos tomamos todo por la fuerza. "Por la sugestión contra la grasada" es nuestro lema. No nos van a votar pero no importa porque vamos a tomar una retribución de todo esto: a la hiena líder de un séquito de corderos, le vamos cortar la cabeza; vamos a tomarnos su sangre extasiados por la sensación de que estamos obteniendo al menos una reparación. Las cosas van a ser libres de su demoníaco líder; el Gran Profeta nos sonreirá; nos vamos a tragar su pestilente sangre para redimir a la humanidad (todo gran héroe sufre en el logro de su hazaña). Nos van a mirar como si fueramos locos, pacatos; no, nada de eso. Por recuperar lo que es nuestro y de ellas; los que nos pertenece por respirar y caminar; ¡Alabado sea Alá! Van a entender entonces que es por protección, para que ningún cuervo nos saque los hermosos ojos, los más lindos, los que valen sólo por ser ojos.

martes, 3 de junio de 2008

una alegría para un idiota

La tele depurada de todo contenido interesante, de cualquier entretenimiento sano, de programas que no den vergüenza ajena, nos sigue siendo todavía útil. La peli de Sandra Bullock haciendo de policía y modelo en simultáneo no será una joya del séptimo arte (¿sabían que salió con un recio dos de Boca?¡ Lo vi en el programa de Fantino! Eso fue hace dos años, antes de que fuera fagocitado por sofovich que ahora está lo suficientemente rancio gracias a los clichés que lo mantienen en el centro de la escena; esa ranciedad disuade de la antropofagia al genio-popstar de turno y nadie lo fagocitará ya y los clichés, que nos inmunizaron de la peligrosa novedad y de la perniciosa originalidad, sobrevivirán con él un buen tiempo más) pero sin embargo, la vemos con alegría pueril (nuestra y de ella) pateando bandidos, ganando un prestigioso concurso de belleza para luego salvar a las potenciales miss universo (unos psicópatas habían puesto una bomba en el salón donde se desarrollaba el concurso; la heroína no es sólo linda y ama a sus enemigas; a esas enemigas, a los psicópatas no, ya sería demasiado amor y, además, como público siempre exigimos que alguien pague los platos rotos y nadie se lo merece más que esos rufianes) cuya muerte hubiera sido una tragedia de proporciones homéricas (como si se muriese Helena, y Afrodita tuviese la cara hinchada de tanto llorarla y perdiese en parte su belleza y entonces no hubiese habido razón para mantener un guerra tan romántica e interesante, una guerra donde participaron las diosas del amor y la sabiduría y no las de la usura y la codicia) porque no era un mercado de Little Mexico, no eran latinas (condición sine qua non para el concurso en la vida real, tal vez no para la integración racial que plantea hollywood inescrupulosamente haciendo salma hayek de princesa sueca, pero todos sabemos de qué va) y en relación con esto hay una vieja lección de ghost que sostiene que los latinos son malos porque son malos, no son malos que planean maldadades porque no les da la cabeza, si no que son malos por su instinto animal y resentimiento y envidia y naturaleza salvaje los obliga.
Pero Sandra Bullock está bien. Y nos dio una alegría.