sábado, 19 de julio de 2008

No nos mirás a la cara

Sólo los animales lo perciben.
La inasibilidad es regla. Es humo. Es desesperación. Un millón de instántaneas corrientes eléctricas en mielina gastada. Tal vez edesur, pero no.
Un torrente de electricidad en crisis ¿Para qué represas? Si Teognis ya lo dijo todo; pero no lo percibió. Seguro que no.
Renovar la mielina gastada...Teognis sabía que era inútil; pero le faltó algo: el salto que sólo se da mediante un fuerte impulso eléctrico cuando no queda retenido en las rodillas y tiemblan y se apoyan en el suelo y descargan; cuando desesperan. Se apoyan, se hacen tierra y polvo y se acercan los gusanos; los que entienden.
Renovar una esponja es cosa de una hora de espera en un supermercado. ¿Y la electricidad la viste? Teognis estuvo cerca de verla; pero hizo la cola y compró una esponja.
Sólo los animales lo perciben. Pero no consuelan.

viernes, 18 de julio de 2008

CocoRosie - Terrible Angels

If every angel's terrible
Then why do you welcome them
If every angel's terrible
Then why do you welcome them
If every angel's terrible
Then why do you welcome them
You provide the bird bath
I provide the skin
And bathing in the moonlight
I'm to tremble like a kitten
If blue eyed babes
Raised as hitler's little brides and sons
They got angelic tendencies
Like some boys tend to act like queens
Oh if every angel's terrible
Then why do you watch her sleep
You love to hear her sing
And wear purple eyes like rings
Well the flowers have no scent
And the child's been miscarried
Oh every angel's terrible
Said freud and rilke all the same
Rimbaud never paid them no mind
But jimmi morrison had his elevators
His elevators
He had his elevator angels
If every angel's terrible
Why do you hide inside her
Like a child in a skirt
The supermarket's loud and bright
And boy don't she feel warm tonight
Boy don't she feel warm tonight
Boy don't she feel warm tonight
If every angel's terrible...


Discover CocoRosie!

lunes, 14 de julio de 2008

se murió algo

Una parte de Thomas hawk promete no postear más.
Incluir a los que excluyen a uno no tiene mucho sentido. La idea era absolutamente inclusiva; eso no es de este mundo. Ningún sentido, entonces. Sólo queda en pie el orgullo. Y no lo voy a rifar.
Fue bueno mientras duró; aunque espero que lo sigan.
Saludos.

domingo, 13 de julio de 2008

Nos mudamos

Por razones de fuerza mayor, cambiaremos de dirección. Además, esa fue la idea desde su génesis.
Es una buena oportunidad para pensar un nombre más corto y fácil de recordar.
Promesas:
- Esto sigue. Mientras pueden aparecer posteos aquí, incluso antes de cambiar de nombre.
- Todos los posteos, comentarios, etc. se mantienen tal cual como hasta ahora; lo único que cambiará es la dirección de acceso.
Después vemos cómo discutimos el nombre.
Sepan disculpar.

jueves, 10 de julio de 2008

haceme a diario

Ella sale de su trabajo. Suena oasis. Se saca el delantal de camarera. Se saca el palito del pelo y se lo suelta. Se acomoda la pollera, sacudiéndose unas miguitas. Pasa un tipo en moto de delivery. Le grita “Eh, rubia, te quiero comer todos los pliegos de la concha”.
Ella lo mira y le hace fuck you. Mientras da un paso más, la moto hace mucho ruido pero no avanza rápido. Levanta una rama del piso se la tira al tipo. No le pega, pero le cae cerca. El semáforo se pone en rojo y el gil del scooter acelera, pasa y esquiva a un 24 a último momento. Ella se queda murmurando puteadas, y para en un quiosco. Se pide un pebete y se sienta en una mesita afuera. El quiosco tiene unos bancos y una especie de barra ocasional, en la que está sentado un flaco. El sol está pegando bajito y anaranjado, pero con un resto de tres horas mínimo. No hay angustia. No hay nieve, por más que sea 9 de julio. Él se toma un trago de la cerveza que tiene en la mano, y se acerca a ella.
-Necesito ayuda con algo
Ella lo mira y no responde. Todavía se acuerda del pendejo de delivery y piensa que todos los boludos decidieron salir un feriado a romperle las bolas.
-Te estoy interrumpiendo la merienda, disculpá. Te pido unas opiniones y te dejo en paz.
Ella lo mira medio de costado. Justo empieza a sonar Oasis en la radio del quiosco. Ella sonríe. Él ve que sonríe y argumenta.
-Sos una nostálgica de los noventa, está bien. La información es poder. Ahora yo sé que te gusta el brit pop. Vos todavía no sabés nada de mí. Yo tengo el poder de los datos en este momento.
-Y yo tengo el poder de no seguirte la charla.
-Sí, es cierto, ese era mi temor. Pero entraste en el código. Ya me seguiste, entonces estás jugando al mismo juego. Ya está todo aclarado para que te pregunte mis dudas. No importa que yo no sea tan lindo como el actor que me va a interpretar.
Ella lo mira, suspira y mira para otro lado.
-Necesito entretener a una chica.
Ella ni lo mira, pone cara de densitud y sigue en la suya.
-Me estás haciendo el vacío, con lo que me costó sacarte una palabra.
-No me jodas más, pervertidito, Andá a tomar una birra tranquilo.
-Bien, se me hace difícil, no puedo llevarte mucho más lejos en este momento. Sólo atraer tu atención. Tengo un personaje de mujer que dice que su vida es aburrida. No sé si entendés lo que significa eso. Casi la vida de todos es aburrida, todos tienen cierto miedo a ver que no están caminando hacia ningún lugar. Algunas vacaciones. Entonces, el protagonista, que soy yo, se decide a laburar para entretenerla.
-¿Vos sos el protagonista de esta historia? ¿Qué, estás escribiendo los problemas con tu novia?
-No, no me entendés. Yo no estoy escribiendo nada. Yo soy el protagonista. El que escribe esto se hará cargo de sus problemas. Yo simplemente vivo su idea, y ahora tengo que resolverlo. Pero no se me ocurren cosas ciertas. Se me ocurrió ir a patinar sobre hielo...
-Es una cagada patinar sobre hielo. A mi no me copa.
-No, a ella tampoco, por eso estoy buscando otra cosa. No quiero caer en la de la reserva ecológica.
-No, es cualquiera, es la típica de hacerse el loco. Yo iba ahí cuando tenía 17.
-En realidad yo no nunca fui, pero tengo ganas de hacer algo más tranquilo. Bah, tranquilo a nivel social, que no tengo carga de que estamos haciendo lo que hacemos. Aunque sea ir a tirar petardos a la República de los Niños.
-No me gustan los petardos. ¿Por qué no te tomás una pepa y te vas para el río?
-No creas que no la pensé, pero no tengo ganas de que estemos en cualquiera. Quiero que sea algo totalmente insidioso en su vida, que se meta en sus martes por la tarde de una forma tajante. A ella le gusta lo estético, lo vulnerable a la vista. Había pensado hacer un stencil.
-¿Pero querés hacer algo que la divierta por siempre?
-No entiendo, ¿cómo por siempre?
-No, no sé qué pretendés con ella. Si querés cambiarle la vida, si querés hacerla pasar una experiencia inolvidable... o si nada más te la querés coger.
-No es tan polarizado. Por esos razonamientos estas charlas están en su mayoría condenadas al fracaso. Quiero cogérmela, obvio. Pero va por otro lado. No busco la experiencia que destape sus sentidos. Soy un obrero de su instinto. Día a día, semana a semana quiero ir agregando las rutinas rotas que construyan el trampolín del que se quiere tirar. Y creo que eso eventualmente va a mejorar el sexo. Es lógico. Bah, esperable. Deseable. No sé si me explico. Si empezamos a compartir esas rupturas... Pero hablo como un académico de algo mucho más simple. ¿Cómo logro que este personaje salga por un par de horas de su vida y se cague de risa un rato conmigo? ¿Se te ocurre algo?
-La del stencil es buena. Tiene la emoción clandestina, tiene el hecho artístico. Es la expresión por la expresión. Y vos serías el motor de eso...
-Claro, yo simplemente tengo que funcionar en este contexto que me escribieron, yo soy el que tiene que entrentenerla.
-Llevarla al cine es muy banal...
-Ahí va, va por ese lado. Estaría muy bien ir al cine, pero tiene que tener algo de espectacular. Hay algo de escapar a lo burgués de alguna forma sutil y humilde.


(continuará)

miércoles, 9 de julio de 2008

El rey de los topos

Otra vez las hormigas recorren mis venas
la masa aérea no quiere entrar, no,
sólo hormigas,
solo otra vez.

¡Callate! Te lo ordeno.
Callate, y mirá (si podés)
sin pestañar: el aire
no deja de titubear.

Siempre lo mismo.
¡Callate! Haceme el favor.
Sólo mirá (si querés)
la radiación que no mengua
al tumor invasor.

Chocando,
titubeando,
un torrente de hormigas no me permiten
tal vez, -actuar-.

Un líder sano, circulando por el canal y
chocando con otro líder sano,
tal vez no vea, un segundo,
un intermitente semáforo
en rojo.

Otra vez; sí, claro
otra vez
la miseria desgarra las arterias de
un animal que celebra una
sagrada y sangrienta hecatombe
en la que sacrifica, con pasión,
a sus mejores amigos.

Callate, mirá (si es sano)
los capilares grises; allí es donde
quedó el aire más puro.
Mientras las hormigas mecánicas,
recorren las venas,
y acopian pequeños cetros de yeso,
y saludan a los camaradas,
que gobiernan sus propios canales subterráneos.

Otra vez, lo mismo va estar,
para cuando lo puedas
(o quieras) mirar.

domingo, 6 de julio de 2008

frustración

Lo intenté y lo intenté, y fracasé. Me someto al castigo del publico.

Paseo por el purgatorio

- ¿Estamos en Flores?

- Sí.

- ¿Falta mucho para el cementerio?

- No, muy poco.

- ¿Unas veinte cuadras?

- Sí, algo así. En cinco o diez minutos estás ahí.

- Gracias

- Por nada.

Me bajo del colectivo ni bien termino de responderle a la señora desorientada sentada al lado mío y voy a mi casa. Venía de Barrio Norte, de recibir de una señora un sobre para mi jefe, Compay (así le digo yo por su manera de vestirse y porque Compay Segundo era la única persona que conocía que fumaba puros. Claro que no nunca lo llamo así delante de él; nunca me dijo su nombre ni me animé a preguntárselo). En casa agarré otro sobre con la plata que había recaudado en sus negocios y un mp3, para amenizar el viaje hacia Merlo.

En el colectivo me empezó a picar la curiosidad (pecado mortal para Compay). Decido abrir el sobre que me dio la señora. Veo que tiene fotos numeradas de chicas; calculo que de entre doce y catorce años; chicas en bikini y posando. Son muy lindas; qué mala suerte.

Nadie es tan reservado porque sí, pero a mí qué me importa. No tengo nada que ver, soy solo un mensajero, como el arcángel Gabriel. Tal vez les esté haciendo un favor a las chicas, vaya uno a saber. Compay es tan generoso como desagradable.

El tipo vive totalmente apartado de la civilización y para llegar tengo que caminar un montón, hasta donde ya no hay más calles asfaltadas y las casas se presentan en una sucesión discontinua. Lo veo de lejos: está en el patio delantero de su casa, sentado en una silla de plástico berreta, vestido con una camisa blanca casi transparente, un pantalón de vestir raído, sombrero panameño y pantuflas. Está fumando un puro trucho de estación de servicio. No es ni afro, ni cubano, ni músico y mucho menos estrella; un viejo falso, disfrazado caribeño que salió a pasear por Merlo, lejos, hasta donde ya no habían ni calles ni casas, que se perdió y no tuvo más remedio que quedarse donde estaba y levantar una casa triste y marcar un camino que lo una al resto de la ciudad en la medida que pudiese y quisiese. Ah, presuntamente es proxeneta, me olvidaba, pero de todos modos eso es un detalle más.

Toco el timbre. No me mira.

- ¡Nena, abrile al pibe!

De atrás, de la casa, sale una mujer de unos cincuenta años, supongo que más o menos quince años menor que Compay, cansada y de mal humor; me abre la puerta y no me responde el saludo. Vuelve a la casa. La “secretaria”, pienso y casi me río. Secretaria, sí, no tengo dudas de que esa es su función. Me acerco al viejo, tímidamente.

- A ver, dame la guita.

Cuenta los billetes y separa doscientos para mí.

- Pasame el sobre que te dio Miriam.

Mira las fotos, detenidamente.

- Decile lo siguiente: la tres, la siete y la catorce ¿Te vas a acordar o te lo anoto?

Asiento con la cabeza.

- Si no te acordás la vas a pasar a mal, pelotudo. Andate, dale.

Me devuelve el sobre con las fotos (no debería haberlo sabido, como lo lamento). No se puede despedir nunca sin una amenaza, el viejo forro este. Me encantaría verlo muerto y bailar sobre su tumba. Cómo lo lamento, ¡pero cómo!

Tengo un largo camino a Barrio Norte. Pienso y pienso, “el ángel del señor le anunció a María”, todos necesitamos plata, estoy hasta las pelotas de sus amenazas, ¿la secretaria que pito toca? (además del de Compay y de ser secretaria) (chasqueo el índice y el pulgar derecho al lado de mi oreja para no perder el hilo), los ángeles nunca transmiten mensajes cómodos.

Empiezo a escuchar el mp3 y no pienso más.

Por fin llego a la casa de Miriam. Me recibe en la puerta del edificio.

- ¿Qué te dijo? –me preguntó antes de terminar de recibir el sobre.

- Ninguna. Que sigas buscando.

- ¿Eso te dijo?

- Sí

Último viaje: Flores. Unas señoras hablan de la juventud de hoy. Son profesoras de secundario que se quejan de la insolencia de los alumnos, la falta de autoridad, de la necesidad de la disciplina, de los fracasados a los que estaban educando y ambas coinciden en que con esos chicos el país no tiene futuro. Una le comenta a la otra que había encontrado a una pareja de alumnos haciendo el amor en la escalera, mientras la otra niega con la cabeza. Qué barbaridad. Tienen un olor a cigarrillo que mata, y eso que estoy sentado un poco lejos. Es una pena que sean las únicas voces que escucho en el colectivo; necesito una distracción, no quiero pensar, y esas señoras me aburren, ¡Ah, mi Mp3! ¡Ha llegado la hora en que por fin cumpla su misión y me salve! Apoyo la cabeza en la ventana y sigo mirando a las señoras moviendo los labios y gesticulando hasta que cierro los ojos.

“De alto cedro voy para Marcané

Llego a Cueto y voy para Mayarín

El cariño que te tengo

Yo no lo puedo negar

Se me sale la babita

Yo no lo puedo evitar…”

(Estoy atado a una cama, desnudo, con una extremidad atada a cada punta. Hay dos chicas, una a cada lado de la cama, vestidas con jumper; cada una con un rosario en el cuello. Se ríen tapándose la boca. La que está a mi derecha, saca un bisturí y me hace un pequeño corte en el brazo. Estalla en una carcajada y contagia a su amiga. Me hace luego cortes en todo el cuerpo. Se divierten mucho. “Ahora lo marinaaamos bieeeen” dice la de la izquierda, y me rocía con limón y después me echa sal. Se ríen más, dan saltitos, no se pueden contener; yo quiero gritar, gritar hasta el cielo, pero no me salen las palabras.)

- Flaco, ¿vos no te bajás siempre en Flores?

- Sí.

- Te pasaste.