lunes, 22 de diciembre de 2008

Last breath after coma

Se burlan de mí igualmente los nobles y los malvados
Teognis

Se termina un año que pareció durar un mes.
El contador de visitas sigue bajo; mejor así.
Quizás a César Aira le regalen un café de diez pesos en Aromi por escribir su página diaria. Sin embargo, la mayoría obtenemos mucho menos de lo que merecemos. Un café nos reportaría un superávit inconmensurable porque la crisis financiera nos chupa un huevo.
El bondi sale un peso como mucho, en caso de que no lleguemos a la cabecera. La distancia que media entre nosotros y la cabecera es insalvable si pensamos en la paradoja de Zenón y en nuestras nulas ganas de cambiar las cosas por más de que estén como el orto.
Un café sale diez pesos en Aromi. Cuando lo terminamos, se supone que nos sentimos estimulados; pero después de todo, el estímulo es primero la bronca, y después la vergüenza.
No nos merecemos ninguna de las dos emociones. No nos merecemos el estímulo y por eso no necesitamos de estimulantes. Y Aira se puede meter su café en el culo.
¿Qué nos espera el año que viene si en este nos damos cuenta de nuestra radical inutilidad? ¿Qué nos espera si ni siquiera nos contratan para mover mesas en un lugar lindo (como Aromi) porque nuestro corte de pelo, nuestra remera, nuestra actitud ni nuestro currículum nos permite acceder a tal privilegio? Y en caso de que alcancemos tan alto honor, así y todo, ¿cuantas mesas movidas vale un café?
No tenemos lo que nos merecemos por ser inútiles. Nadie considera que ser inútil sea un valor. Es triste, pero la inutilidad es nuestro mayor capital a pesar de lo que piensen los genios.
Vamos a salir mañana y nada va a cambiar mucho. Vamos a recibir la mierda de consuelo de alguna psicóloga patética para llevarnos una ilusión que se desvanece al llegar al umbral de la puerta. Vamos a escribir un cuento sobre una mujer que muere decapitada por una tabla de surf. Vamos a ir a jugar el partido de fútbol que ya previmos que íbamos a perder, pero lo vamos a jugar igual porque no se nos ocurre que otra cosa podemos hacer. Y por último, vamos a diluir lo más que podamos un sobre de jugo Tang que compramos por un peso en la farmacia para ver si nos sirve de bálsamo.
La gente que consideramos pelotuda es genial; nosotros, los pelotudos. Que somos pelotudos obstinados, nadie lo va a negar. No podemos, de todas maneras, aprender de los genios. Ni nos esforzamos tanto.
Para terminar, donde diga nosotros, léase YO. Donde siga YO, léase nosotros.
Buenas noches, hasta mañana.

domingo, 7 de diciembre de 2008

fever

En estado de sickness se da cuenta de que ningún deseo va a ser realizado. Esperar a que pase, a que se pase. Pasarse la vida esperando y sin enfermedad. Esperando la enfermedad como justificación de lo que no pasa. Sumar un mareo extra, una nueva fiebre, una fiebre ocre de gusto y olor fuertes. Intolerable para muchos, no para él. La tos pulmonar, la sudoripación de las fosas nasales, los mareos, el cansacio. A la mierda con todo eso! Que carajo le importa? Morirse apreciando la vida de los grandes artistas difuntos? Cuadriplegia mental, mutismo, matantismo plantozoide! Platazoiden burguensenberg! Go to shit!