sábado, 17 de julio de 2010

Del quinto a PB

  Cayó en mi camino como traída por el huracán.
  Las noticias sobre el tsunami ya me habían hartado. "Desastre natural"; nadie se anima y nadie lo dice: la naturaleza es un desastre. Como ella, como yo, como mi suerte. El huracán no deja de ser un desastre, tanto como lo es una llovizna o un día de calor.
  Miento un poco, lo admito. Este huracán es diferente porque la trajo a ella. Yo camino solo, sólo sintiendo un vientito, y ella rueda al lado mío llenándose de tierra; rueda y rueda y no puede hacer pie.
  De vez en cuando escucho que dice "no". Mi camino cambia al mismo tiempo que el viento; el hartazgo de todo, el cielo gris, el silbido del viento contra las cosas y el intermitente "no" es el escenario.
¿Y si fuese un tsunami? ¿Yo nadaría y ella sería un aguaviva? ¿Diría "no" o simplemente me picaría?

 "El hombre rebelde es aquel que dice "no"", pensé. Es la mujer rebelde, digna de admiración, la que cambió el mundo, la que es llevada por el viento junto con "no" a intervalos perfectamente calculados; quizás por eso, no me pueda sacar ese "no" de la cabeza.

 El viento, en su canto de cisne,  al fin se arremolina a mi alrededor, y vuelvo de donde vine: el quinto. Ahí está mi desastre favorito. Veo el de PB como vi por la tele la caída de las torres gemelas y me río, me río mucho. Mi quinto piso no se va a caer. Mi quinto piso apenas roza la naturaleza.

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