jueves, 17 de abril de 2008

Sabat


Leí varias opiniones acerca de lo que Cristina dijo del dibujo de Sabat. Me llamaron mucho la atención la de Sandra Russo y la de Podeti.

En su blog, Sandra comienza resaltando las virtudes de Sabat, y ve como principal virtud su "caballerosidad" por no responder a los agravios de la presidenta. Luego, comenta que cuando trabajaba en Superhumor, tenía contacto con caricaturistas y todos admiraban mucho a Sábat. Perfecto, no nos interesa pero tampoco es polémico.
En la segunda parte de su artículo, Sandra nos enseña como debemos leer una caricatura: deberíamos buscar el mensaje, la "moraleja". Moraleja, uff. Un mensaje con un fin moralizador hacia el conjunto de la sociedad venida del caricaturista del diario. Francamente, me parece ridículo buscar moralejas en caricaturas.
Cuando pormenoriza en la caricatura de Sabat, es decir, cuando aplica el "método Russo" para leer caricaturas a esta caricatura de Sabat en particular, dice que la caricatura fracasa porque su mensaje es doble y confuso. Con la autoridad que le confiere haber trabajado en Superhumor y haber conocido a muchos caricaturistas, nos enuncia la regla de oro de la buena caricatura: debe decir algo que el receptor interprete de inmediato y que coincida con su propia lectura del mundo, sea en forma consciente o inconsciente. De donde sacó esta estupidez, no lo sé. En mi opinión, la caricatura de Sábat tiene de bueno lo que Sandra dice que la hace naufragar. No se puede dibujar para tratar de empatizar con una supuesta "lectura del mundo" que tendría el lector (además, parece dar por sentado que todos los lectores tienen la misma "lectura", que todos "leen" el mundo y esta es la última vez que escribo "lectura del mundo" antes de morirme de asco). Machacosamente agrega más adelante: "Las buenas caricaturas se entienden al vuelo, se comprenden casi antes de terminar de mirarlas. El final de la mirada ya es de reconocimiento." ¿Por qué? Sandra cae en lo más bajo para justificar cada gansada que dice en su artículo, esto es, su apelación a la autoridad que le confiere el alto mando de la experiencia periodística. No tiene que ser como dice Russo; es más, se podría pensar que una buena caricatura te deja pensando en el mensaje (no moraleja, Dios nos libre) un buen rato; tiene de bueno dejarnos en la posición incómoda del que tiene el sentido en la punta de la lengua y que no puede pronunciarlo, pero que sabe perfectamente de qué va el dibujo. Esta es la situación que parece poner a Sandra y a todo su irritante snobismo decorado con papel glacé, brillantina y plasticolas de colores al borde de una crisis de nervios.

Otra opinión notable acerca del tema, como ya había anunciado, es la de Podeti. No puedo estar de acuerdo con su opinión, pero es mucho más simpática. Podeti propone que miremos a Sabat como un dibujante y a sus obras como dibujos, sin buscar en ellos mensajes, moralejas, etc. Podeti equipara así un dibujo en la sección política del diario que representa a la presidenta y a su marido con el dibujo de una vaca que puede hacer un chico de primer grado en el contexto de una clase. No es lo mismo un dibujo y otro, no merece demasiada explicación. Un dibujo que representa a a la presidenta y al ex presidente vehicula significados. Podeti parece pensar que lo único que vehicula significados son las palabras, y se equivocaría enormemente si así lo pensara. Se cae de maduro ligar un dibujo en la sección de política del diario representando al matrimonio kirchner con un mensaje referido a la política nacional; de hecho, tendríamos que hacer un esfuerzo enorme para desligarnos del contexto y lo que representa el dibujo, para verlo exclusivamente en el plano formal como un dibujo más como nos propone Podeti.

Hasta la próxima.

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