sábado, 13 de septiembre de 2008

Actor / receptor : el pacto puesto en crisis. Una lectura de Instrucciones para ser John Howell.

No hay que olvidar el principio, la primera oración. Un teatro es un pacto con el absurdo, su ejercicio eficaz y lujoso.

La trama se va desarrollando alrededor de una intriga. El posible asesinato de Eva. Hay una característica de esta historia que convierte un suceso tan común como ése en algo extraordinario. Por un lado, la duda de si realmente ocurre este asesinato o si es ficción. Por ende, está la doble interpretación de la realidad, las dos dimensiones, donde ninguna es mas importante que la otra. La realidad del teatro está en juego y la realidad cotidiana, en la que la muerte es definitoria, es un escenario de lo que ocurre. Sin embargo, esto es casi algo lúdico, donde se puede considerar igual de válidas ambas realidades, llegando a quitarle importancia a la muerte. Y por ende, siendo éste un cuento que se está leyendo, hay una dimensión que el lector acepta no ver, para meterse dentro de un marco que lo ayude a entretenerse, pero que una vez identificada, atrae sobre si un nuevo margen de misterio. El Perseguidor perseguido. Por ende, enumeremos lo básico que ocurre en esta historia. Uno, el personaje Rice está en el teatro, viendo una obra, y el primer acto le parece mediocre. Hasta ahí viene normal, con una linealidad en todo sentido, una historia en construcción, ninguna intriga planteada, es hasta un relato inocente. La situación se complica cuando pasa lo siguiente- Aparece un hombre que lo invita a pasar detrás de los bastidores. Que ocurre, para alguien que tiene cierta malicia en la observacion, ya se observa la violencia apareciendo en la insistencia del hombre para que Rice lo siga. La tercera situación, transcurre en el camerino, y ahí tiene lugar la sorpresa por parte de ambos, de Rice y del lector, al ver que se proponen los hombres que lo llevaron ahí. Rice esta totalmente atónito e indignado. De repente lo están forzando a actuar de John Howell, el personaje en el que se convertira el resto de la función. Un hombre engañado que conoce la traición de su mujer, pero sigue el juego de ella y de Michael, su amante. Y el público lector, aliado de Rice, empieza a desprenderse de este cariño que no lo abandonará, para tratar de hacer fuerza y que Rice actúe realmente como John Howell, para generar un entretenimiento mayor, y para ver como se desenvuelve. Disfrazado y casi empujado a la fuerza, ocurre un deslindamiento de la acción y la palabra, cuando le aseguran que tiene libertad y que nadie lo obliga a nada, amenazándolo con el cuerpo y llevándolo a escena. Otra cosa curiosa de este acto, es el hecho de que cuando el amenaza con gritar y armar un escándalo, ellos no le creen. Le aseguran que saben que él no haría algo tan poco elegante, y él termina aceptándolo.

Empieza así el segundo acto de la obra, lo que sería la cuarta situación que nos compete en este análisis. Ocurren un par de eventos bastante curiosos, casi imperceptibles. El primero, es la lenta mutación de Rice hacia John Howell. Empezando dispuesto a desenmascarar la farsa frente al público, es retenido por la nostalgia y tristeza de Eva, y mediante gestos automáticos, como prender un cigarrillo, entra pasivamente en el personaje que le está destinado. Y de repente, en una sociedad en la que está más instaurada la institución de los amantes que la del matrimonio, surge en este cuento una historia de amor que se retoma desde más adelante que de costumbre. Ya no es más la mujer y el amante contra el marido, sino que es el matrimonio contra la hegemonía del amante. Y de la unión de éstos renace un amor y una ternura que trasciende cualquier tipo de pasión infundada y se convierte en un vínculo especial y secreto (no dejes que me maten). Cuando Eva dice esa frase, Rice/John Howell, queda inmediatamente atrapado en sus garras, ya no es uno, ya no actúa por él solo, sino que se tiene que hacer cargo de los dos. Y para salvarla, tiene que entrar en el juego, tiene que aceptar el código vigente y ser más audaz que el resto. Cuenta con la ventaja de parecer el más inepto de todos, por ende, intentar que eso sea una efectiva subestimación a su favor. Los hechos concretos de esta escena son Rice entrando a escena, Eva sentándolo a su lado y hablándole de varias cosas, mencionando a Michael en algún momento, y la secuencia del cigarrillo. En cuanto tiene una oportunidad le pide que no deje que la maten, y entran en escena la dama de rojo, un anciano y Michael mismo. Entre todos van metiendo a Rice dentro de una historia ya hecha, jugando con su pasividad y obligándolo a responder ciertas cosas.

En el quinto movimiento de esta sonata, hay dos cosas remarcables y una tercera anécdota entre graciosa y totalmente constructiva para lo que sucederá a continuación. Lo primero es el hecho de que cuando baja el telón, Rice puede ver a los actores saliendo de sus personajes. Está presente en algo completamente nuevo para él, que es la farsa completa que es el teatro. Cómo cada uno termina siendo una persona agotada y cuanta mentira ejercía en su oficio. El único que no cambia al bajar el telón es él mismo. Tan intrínseca es la relación entre John Howell y Rice que sigue siendo él en todo momento. Salvo cuando en esta mezcla se van cambiando la presencia de los ingredientes, y de repente en el resultado John Howell/Rice que no se baja de ningún escalón imaginario cuando sale de escena empieza a imperar una crudeza contemplativa y fría. Rice entiende perfectamente la construcción de la trama y puede controlar la ficción que sigue con maestría en su cerebro. Ya está tranquilo, ya no es más el inocente espectador que se encontrara frente al público sin decidirse a cómo actuar. Y ahora, encima, está un poco entonado y concentrado en lo que sucede. La libertad que le otorgaron, más bien en los detalles, se convierte suficiente espacio para el juego que desplegará. Curiosamente, cuando la escena terminó, la única que siguió consternada, fue Eva, que lo siguió con la mirada mientras se la llevaban detrás de escena.

Lo que ocurre a continuación, en el siguiente movimiento, el sexto, de esta ópera sin música, es el desarrollo de lo construido hasta el acto anterior. Rice sale a escena, en completo control de la situación, y domina en un cruce de palabras agudo una situación que empieza a escapársele de las manos a los actores. La trama empieza a tomar un tinte irónico, y la llegada de Eva con la dama de rojo solo sirve para poner más condimento a la situación. Desde las patas, el hombre alto enfurecido le hace señas a Rice para que se encauce en la trama, pero éste lo ignora con placer mientras pone en jaque al viejo que llega con su chofer, llevándose a Eva a un rincón. Esto es importante, porque Eva aprovecha para suplicarle que no la abandone. Pero Rice ya está en una situación de control total, hasta se podría decir que es un personaje más. No ayuda a Eva porque se sensibiliza, como al principio, sino que ahora sigue su personaje que ³tiene que ayudar a Eva³. Los personajes tiene salidas geniales de juegos de palabras pero no lo afectan a Rice, que es el único real.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece que hay en el texto una interpelación al receptor burgués que está cómodo y tranquilo sentado en la butaca mirando una obra, juzgándola y que se desespera si lo sacan de esa comodidad a la acción, a la obligación de que sus decisiones afecten el curso de los acontecimientos. Al receptor/dios extraescénico le toca tomar un papel en escena con una libertad plena aunque superlimitida por supuestos. Cuando la barrera con el escenario se astilla y luego desaparece totalmente, pasa mediante un giro de 180 grados al otro bando en la relación dialéctica actor/ receptor de la obra artística.
Sin embargo, como señalás en el análisis, hay también otra dimesión que es la que se está actualizando en la lectura que es la relación entre texto y lector. Cuando la barrera escenario/público se difumina, el lector se encuentra con que lo que le resultaba esperable en los personajes se empieza a resquebrajar y se queda, en cierta medida, como el espectador burgués que pasa a interpretar (pongo interpretar aunque es cierto que en este cuento es difícilmente separable de ser) a John Howell.

Muy buen análisis; me sirvió mucho para sacarle más jugo al cuento.