viernes, 9 de enero de 2009

un día de estos


Un día te despertás, y esa chica de la que estás enamorado se fue. Pero realmente se fue, desapareció de tu vida. No podés volver a rastrearla. Está desaparecida, tomó la decisión de no ser parte tuya nunca más. Está en otra frecuencia, y te eliminó por completo. Te genera la obsesión más grande que podés llegar a tener en tu vida por siempre. Te pasó a vos. De repente, tenés esta angustia y no sabés qué hacer con ella. De alguna manera, te sentís completamente librado a la nada, solo, una mierda, y te tirás en el piso para sentir el frío en la espalda y llorás a los gritos, porque no te queda más que sacar para afuera todo lo que sentís. Y poco a poco, te das cuenta de que no tenés nada que perder. Pero tampoco tenés razones para ganar algo. Una obsesión es lo único que te puede salvar. Pero una obsesión es lo que te está hundiendo. Entonces te meten presión. Pero no es presión, porque era presión, ergo, ex presión. La conclusión es boba, pero te da energía. Y alguien te dice “vieja”, y te sentís joven. Es como si poco a poco, tu cuerpo fuese despertándose. Tu alma se desentumece. Vos mirás a los costados, sin saber bien si la realidad que te rodea vuelve a ser de esa en la que hacés los cambios y permanecen, o tu mente está fantaseando de nuevo. Y tus fantasías se alargan. Y llegan a la puerta. Ya podés volver a salir. Hay un charco en el parqué. Es la transpiración de tu espalda. Ya no es tuya. Ya dejaste eso ahí. Sos más liviano. Es cierto, estuviste comiendo poco. Eso no te da energía, pero te hace trascender. Vos también te volvés más liviano. Y ya no tenés ninguna atadura. No tenés ningún problema, en caminar, alejarte, dejar ese rastro tuyo ahí tirado, sufriendo en el piso, y no volver a buscarlo nunca más. Apurate, antes de que se despierte.


Ano Nimio

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La última vez costó ver cada gota cayendo.
Pero es cierto, es cuestión de eliminar líquidos. Sudar, llorar, vomitar días y días. Parece que nunca sale lo que debería salir. Cada fuido que se elimina, duele. Pero llega un momento en que todo sale.
La nada es una oportunidad. Se empieza a llenar con detalles. Comprarle una "Hecho en Bs. As." a un flaco que se sentó al lado tuyo en el subte, que te dio charla, te agradeció la ayuda, y antes de bajarse en Lima, te dio una palmada en la espalda, una sonrisa y te saludó levantando el pulgar... puede llegar a ser el mejor momento de una semana de mierda. La revista te costó 3 pesos, y vos llevás 100 pesos en el bolsillo para la psicóloga. Si el mundo fuese justo, se invertiría la ecuación.
Notás que todo está fuera de lugar. Limpiás tu cuarto (haciendo hincapié en ese charco de sudor en el parqué, obsesivamente, todos los días hasta que no queden rastros), sacás los muebles que sobran, cambiás de lugar la cama... todo se reorienta. Todo lo que sobra se elimina. Por último, ponés una radio al lado de la almohada. Y te das cuenta de que hay más frecuencias que la de Grinbank.

Anónimo dijo...

y si nos ponemos a calcular que estamos hechos casi de fluidos, que somos bombitas de agua con carácter, y que nuestras angustias y nuestros humores son juegos de palabras melancólicos... no nos queda nada. nos queda un blog? escelente. nada.