miércoles, 9 de julio de 2008

El rey de los topos

Otra vez las hormigas recorren mis venas
la masa aérea no quiere entrar, no,
sólo hormigas,
solo otra vez.

¡Callate! Te lo ordeno.
Callate, y mirá (si podés)
sin pestañar: el aire
no deja de titubear.

Siempre lo mismo.
¡Callate! Haceme el favor.
Sólo mirá (si querés)
la radiación que no mengua
al tumor invasor.

Chocando,
titubeando,
un torrente de hormigas no me permiten
tal vez, -actuar-.

Un líder sano, circulando por el canal y
chocando con otro líder sano,
tal vez no vea, un segundo,
un intermitente semáforo
en rojo.

Otra vez; sí, claro
otra vez
la miseria desgarra las arterias de
un animal que celebra una
sagrada y sangrienta hecatombe
en la que sacrifica, con pasión,
a sus mejores amigos.

Callate, mirá (si es sano)
los capilares grises; allí es donde
quedó el aire más puro.
Mientras las hormigas mecánicas,
recorren las venas,
y acopian pequeños cetros de yeso,
y saludan a los camaradas,
que gobiernan sus propios canales subterráneos.

Otra vez, lo mismo va estar,
para cuando lo puedas
(o quieras) mirar.

No hay comentarios: