jueves, 15 de mayo de 2008

É Sangue mesmo, nao é mertiolate

Panfletos sobre Buenos Aires. La gran furia del mundo. Picadas en 9 de Julio, picadas en Reconquista. De cajón en un bar del Microcentro. De cajón a Chacarita. Amortajado, voy al cabarulo, donde hay minas y minas y minas no tan minas. What would you say if I take you home and eat your pussy? Até pode ser. Sin vueltas, al grano, sin cortejar, sin lindas mentiras, sin actuaciones: el paraíso. La gente que elogia tu sinceridad es la misma que castiga duramente ser sincero en ciertas oportunidades. “Tacto y mentir sinceramente”, dicen.

Picadas con ferraris en Florida. Todos esperando la gran novedad, pensando que sería muy emocionante un accidente de verdad, violento, con sangre y vidrios rotos como sucede en todo buen accidente de noticiero de televisión. El "corazón" del mundo ya no tiene lugar ni para mí ni para vos; tampoco los autos, inflados, inflables como el arroz. Un panfleto cae en mis manos: “Compre barato en Puerto Madero. Pertenezca al jet set por una módica suma. ¿Qué pensarán sus padres? ¿Qué pensarán sus compañeros de secundaria que lo hostigaron? Vénguese. Acepte nuestra generosa oferta. Por una módica suma...”

Guardo el panfleto en mi bolsillo. Me doblo y empiezo a vomitar; estoy frente a la UCA. Tanto comer basura que la indigestión era inevitable. Un cura habla con un guardia. Perdón, un monseñor. Me señala. Yo vomito más, vomito sangre y pus; todo por culpa, por gran culpa, de un médico hipócrita que no logró salvarme. Llega el guardia y me tira un lacónico “retirate”.Yo siento que me estoy muriendo pero saco mi carnet universitario, donde se detallan las cuotas que pagué. El guardia lo mira y se lo da al monseñor que lo guarda bajo la sotana. No me puedo mover. Me da una patada en las costillas. El monseñor mira. Saca un Jack Daniels de debajo de su sotana. Es tan emocionante ver su porte mayestático que me pongo a llorar de gozo; así lo interpretamos todos y no hay dos verdades. El guardia me saca de los pelos hasta las vías del tranvía. Sólo faltaba que me salgan un par de hermosas alas y puudiese irme volando lejos, a un huerto cerrado; herméticamente cerrado. Me arrastro como puedo hasta Azopardo y Belgrano. Entro a un bar. Un whisky. Sin hielo. Brindo por el monseñor. “A la mayor gloria de Dios y de sus servidores” y me lo tomo de un trago. Necesito un hospital. Necesito cianuro. Me arde la garganta. Me arde el esófago. Esta ciudad está llena de mónadas. El tipo de la mesa de al lado se derrumba. Tal vez esté muerto. Me importa un carajo. Alcohol en las heridas, o mucho mejor, limón y sal. Y que el Monseñor me guarde.

Vendo muerte. Te aseguro que vas a salir en televisión. ¿Querés bailar en el caño? El hincha de Tigre murió, vaya paradoja, en Mataderos. No soy de la generación de leer libros. Gran Hermano, necesito ver a mi familia. Gracias, Gran Hermano, gracias.

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Infocampo a las nueve de la noche en canal trece. El lomo está más barato que nunca, aproveche. Carne al por mayor, gran excitación. La revista de infocampo sale como pan caliente. ¿Quién lo hubiera pensado? Al fin el argentino se preocupa por el campo. Estos gauchos no tienen sombrero ni boleadoras; van en zunga. Las chinas caminan en bikini y descalzas por el campo con escarcha. La doma cambió este año: el león acepta cinco pesos y hace lo que quieras; el tigre, cuatro pesos. Los tenés de animales domésticos y juegan con el gato. Je m’ennui. Me voy al cine.

Scarlett Johanson y Woody Allen. Once con cincuenta, diversión garantizada. La peli es una mierda. Woody Allen da pena. Ni siquiera Scarlett Johanson es tan linda. Me doy un saque y la peli mejora. Scarlett está buenísima. Woody es un genio. Me doy otro saque. Hasta me parece que estoy en un gran día.

Salgo del cine. Me pongo un saco que no es el mío; no me acuerdo si tenía saco; yo no lo robé. Voy al rey de la bondiola y me compro un choripán y miro al río. Seguramente hay allí sirenas, nadando entre la mierda. Las sirenas respetan los canales de navegación y saludan a los prácticos. Hay tantas sirenas que está a cinco pesos el kilo en todas las pescaderías. Tritón sale diez pesos, así que se come solo en ocasiones especiales. En semana santa el precio de Tritón es de veinticinco pesos. El tridente se vende en una armería de Congreso. Ya no hay héroes, ni dioses.

Rezaría por Tritón, pero el diezmo está más caro que nunca. La inflación hace estragos. Por la plata del diezmo me compro a Tritón entero y lo hago sushi. Jesucristo es la opción porque él es de los pobres. Hay una imagen de Jesús cantando Heavy Metal en la nueva iglesia con onda y de moda. En otra está cantando cumbia en Fantástico. Jesús es joven y copado, es tu amigo, tomá su dulce y piadosa mano y acompañalo en un recital cantando Highway to Hell. Las hostias mejoraron: ahora son pastillas y vos las elegís a gusto. La Iglesia es la casa de Jesús y también la casa del cura; eso aprendí en las didácticas clases de religión que tomo a diario. Comparten todo, se turnan para cocinar.Viven en la pobreza hasta el domingo, cuando van Macri, Teté Coustarot y Sandra Russo y pagan el diezmo. Eso alcanza para unos meses y hasta para cambiar las cuerdas de la guitarra y del bajo. Un mendigo duerme en un banco. Jesucristo lo echa a patadas. Las visitas ilustres suspiran aliaviadas. El mendigo se limpia la saliva de la comisura de los labios y se va sin protestar. La Iglesia va a cerrar. “La próxima vez pagá el diezmo, ratón” me grita el cura. Es sin dudas un tipo copado, habla como yo. Le prometo que así lo haré. Me siento en la puerta, me doy un saque y estoy ahora en el paraíso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

infumablemente cierto, una mirada oscura, de gemelo malvado, sobre el dia a dia cotidiano. Me gusta eso del odio a jesucristo. te felicito!!!